Sin ir más lejos, este fin de semana hubo un paso espectacular de aves marinas, que no por pronosticado resultó menos festivo cuando íbamos viendo las cifras que Jorge, pacientemente, iba sumando.
Mereció la pena mojarse, que te sacuda el viento, madrugar y quedarse petrificado con el telescopio como único referente enmedio del temporal: lo que vimos Jorge, David, Fran y yo este finde difícilmente vamos a volver a verlo en una vida, no todos los días pasan 30.000 aves de unas 30 especies y hay alguien para contarlo, registrarlo y sobre todo, disfrutarlo.

En serio: hay que venir y disfrutarlo. Y atentos a lo que cuente Jorge esta semana en su blog, seguro que maravilla al más exigente.
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