sábado, 6 de septiembre de 2014

Por la Bahía de Cádiz (VII): Salinas de Carboneros (I): Paisaje, plantas y bichos no emplumados.

Las Salinas de Carboneros están muy bien escondidas en una zona de tránsito desde Chiclana hacia la enorme y turística playa de la Barrosa y su prolongación de Sancti petri, y de hecho había pasado una docena de veces por delante de la entrada sin darme cuenta.













Son varias lagunas hipersalinas comunicadas con esclusas entre sí, y hacia las más abiertas al mar marismas de la Bahía de Cádiz. (Imagen modificada de Google Earth).






La entrada se hace a través de un bonito pinar de pino piñonero (Pinus pinea) y una cancela que impide el paso a vehículos.









Una vez dentro, de nuevo muy mala suerte, porque había una niebla tremenda.













Como veremos en la próxima entrada, condicionó mucho la visita, ya que no había apenas visibilidad.











No voy a negar que no tuviese su encanto y misterio, pero a la hora de avistar y fotografiar aves, me lo complicó mucho.










Las esclusas conectaban distintas charcas y lagunas entre sí y con el flujo del agua salada.











En las zonas con agua, bullían los peces, especialmente mugílidos, y no es de extrañar que actualmente muchas antiguas salinas se hayan abandonado para pasar a ser balsas de acuicultura.









En las zonas afectadas por las mareas y por las subidas y bajadas del agua, mucho limo y fango.













Un paraíso para los dueños de estas y otras zonas salineras, el cangrejo violinista (Uca tangeri).






A su vez, aprovechados por los muchos pescadores de cangrejos que vi aquel día, metidos en el barro hasta la cintura. esas pinzas de los machos se cotizan mucho en el mercado.











Tanto que las bocas de la Bahía, como se denominan, se cotizan a unos 70€/kg, suficiente aliciente para meterse en el barro bien temprano. Tuve la suerte de probarlas en un pequeño y casual festín que nos dimos de marisco en el famoso Romerijo, y merecen la pena. Poco que comer, pero sabrosas.

Las duras condiciones de salinidad hacen que la vegetación sea muy rala y adaptada a las condiciones halófilas.

Fundamentalmente, especies que también se ven en otras localidades atlánticas, incluso en Asturias, aunque evidentemente en número y variedad más pequeño, como es el caso de la sosa prima (Suaeda vera).








Parecida, también prospera a su manera, si no me equivoco identificándola, la sosa de las salinas (Sarcocornia perennis).










Algo menos "sosa", perdonad el chiste fácil, el saladillo (Limoniastrum monopetalum).











En definitiva, un paisaje duro pero no exento de un gran atractivo, que aumenta con las muchas aves que había, y que os desgranaré en la próxima entrada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encantan tus comentarios, y además los necesito, pero para evitar los ataques de orcos, trols y pesadiellos, me veo obligado a moderar. Si formas parte de la buena gente, tu comentario saldrá seguro.