
Este triángulo siempre fue una zona caliente de pajareo en Asturias, y allí me fui, no encontré nada fuera de lo común, más allá de los chorlitos dorados que ya os puse, pero la densidad de aves fue tremenda y los paisajes que se bordean estoy seguro que curan varias enfermedades.
Ya desde la playa de Arnao buenas cifras de
bisbitas pratenses (Anthus pratensis).

Por decenas en algunos puntos, escuché su reclamo todo el camino.

Los
cistícolas buitrones (Cisticola juncidis) abundaban también, con menor densidad.
Las
cornejas negras (Corvus corone) forman parte también del paisaje vivo.

A mitad de camino, la charca de Arnao, un pequeño oasis para las acuáticas de la zona.
La identifiqué primero erróneamente como charca de Villadún, pero Gilberto Sánchez, ornitólogo local, me aclaró el error.
Saliendo el Sol, y con una rasca importante, había muchos pajarinos alrededor: currucas capirotadas, ruiseñores bastardos, escribanos soteños...los
reyezuelos listados (Regulus ignicapilla) se acercaron bastante.
En el agua, media docena de
cercetas comunes (Anas crecca).
Una pareja de
ánades azulones (Anas platyrynchos).
Y una asustadiza
gallineta común (Gallinula chloropus).

Levitando sobre las aguas, una
lavandera cascadeña (Motacilla cinerea).

A partir de ahí, el camino discurre hacia Villadún, bonita población llena de fincas con buenas poblaciones de aves, para empezar en el propio pueblo había una veintena de
garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) acompañando al ganado.
Da gusto ver sitios en los que los
gorriones comunes (Passer domesticus) aún se desenvuelven bien.
La combinación de casas antiguas, tierras de labor y ganado hacen milagros para esta especie.
También les encanta este paisaje y paisanaje a los
estorninos negros (Sturnus unicolor).
No había casa sin estornino vigilante.
Ya llegando a Penarronda, el paisaje al Sol Naciente está pidiendo un artista que lo pinte, menudos colores.

A pesar de lo placentero de la bajada a la playa, las
gaviotas sombrías y patiamarillas (Larus fuscus /michahellis) son las únicas presentes, y sin anillas.
Pues nada, hacemos un 8 y volvemos entre tierras de ballico, maíz y vacas, con un montón de mirlos comunes, y como más sobresaliente, varias decenas de
zorzales comunes (Turdus philomelos), sin rastro todavía, a mediados de noviembre de los alirrojos.
Petirrojos (Erithacus rubecula).
Y muchos fringílidos, verderones comunes, pardillos comunes, y abundantísimos los
pinzones vulgares (Fringilla coelebs).
Caminando caminando, llegamos a la vertical de la ría del Eo, un terreno ya más despejado, muy propio para la
tarabilla común (Saxicola rubicola).
Siempre por parejas.
Y a la vista ya de la isla Pancha, terminamos una prestosa mañana de paisaje y pajareo.