Completando la trilogía de Alan Moore, tenemos
“From Hell”, para mí su mejor obra, y sin duda una de las mejores novelas
gráficas de la historia.
Enfrentarse a este tomo equivale a hacer un
viaje iniciático a la historia, a las profundidades de la mente humana, al
sentimiento de transcendencia, y al arte con mayúsculas. Auténtica magia.
Yo ya conocía a Alan Moore por sus aclamados
trabajos “The Watchmen” y “V de Vendetta”, 2 auténticos mazazos al
establishment del mundo del cómic que consiguieron no solo que todo el mundo
editorial se hiciese eco de las
posibilidades de la novela gráfica como género mayor, sino también que la crítica
aclamase a su autor como el mejor guionista de la historia, y allí sigue.
Este tomo lo hace con Eddie Campbell de
dibujante, al principio su dibujo parece oscuro y esquemático, pero más tarde
te das cuenta que es el tipo de trazo que se necesita para contar esta
historia.
Me hice con este ejemplar un poco por
casualidad, da un poco de miedo contarlo, más teniendo en cuenta que Alan Moore
es psicomago, un connaisseur, un iniciado, o como queramos llamarlo.
La cuestión es que andaba por otros motivos en
la FNAC , cuando
una fuerza irresistible me llevó a la sección de comics, y allí estaba este
ciclópeo volumen, el único que había, me fui directo, y sin siquiera abrirlo ni
tener ni idea de qué iba, me lo llevé. Tal cual. Y no era barato. Curioso.
Llegué a casa y desde la primera página me
enganchó, ya no pude dejar de leer hasta una semana después, es algo más que
adictivo, es un texto con poder.
Resumir su argumento es imposible, porque
abarca tantos niveles de pensamiento diferentes que separar unos de otros
desdibuja el conjunto, un bosque de datos, inspiraciones, teorías, y caminos
que se abren y ya no se cierran más, un auténtico laberinto que nace en el
apogeo de la Inglaterra Victoriana
y desemboca en tu inconsciente.
Ni es fácil de leer ni fácil de asimilar, sí
es fácil de entender, y ese es el problema, que nos descubre lo que intuíamos
pero no comprendíamos, que nos cuenta lo que nadie se atreve a explicarnos, y
que nos guía por un sendero lleno de alusiones al absoluto con tal complejidad
que parece mentira que entre en un bloque de papel tanto conocimiento, tantos
argumentos, y tanta sabiduría, en una sola obra.
El reinado de la Reina Victoria , larguísimo, y
que en teoría se caracterizó por su estabilidad política, en realidad fue tan
convulso intelectualmente que con la muerte de esta reina se inicia realmente
el mundo moderno, y se cierra todo atisbo del pensamiento primitivo en la
especie humana. Ya nada sería lo mismo, y en el debate nacieron las corrientes
de pensamiento más rompedoras que ha conocido la humanidad, y que siguen
vigentes y en lucha: el imperialismo, el capitalismo, el anarquismo, el comunismo,
el simbolismo, todas nacieron en el auge de la época victoriana, en un Londres
que era capital del Imperio Británico, lo que era como decir capital del Mundo.
En otras novelas hay una trama, y, al fondo,
algunos retazos de historia, o filosofía. En esta obra magna, es al contrario:
la trama, que es buenísima, policiaca, y retrata la búsqueda infructuosa a su
manera, de Jack el Destripador, está encajada en su tiempo, tan bien descrita
la situación, que llega un momento que todo fluye como una catarata, y te
olvidas del argumento: estás literalmente en Londres, en la noche, y sientes
cada uno de los pasos del alocado y a la vez iluminado asesino en serie, hueles
la niebla espesa, la sangre y el cloroformo, sientes la desesperación de los
investigadores, la impotencia de las víctimas, la podredumbre de una sociedad
fastuosa en actos y elegancia, pero corrompida hasta la médula de mediocridad,
pompa e indisimulada lujuria.
La descripción de la época es tan buena, que,
habiendo estudiado académicamente la sociedad de la época, no entendí el
proceso, vital incluso para explicar esta crisis del capitalismo que ahora
vivimos, que procede de la unión primigenia en aquellos tiempos, del capital y
la aristocracia en una fusión que acabó con el ser humano como hasta entonces
se conocía, hasta que no acabé de leer este libro.
La unión de la codicia de unos y la separación
de clases de los otros propició que las clases rurales fuesen despojadas de sus
tierras, de su medio de vida y de su cultura y su visión del mundo en cuestión
de pocos años, barriendo el orgullo de la autosubsistencia y obligando a
millones de campesinos antes autosuficientes a emigrar a las ciudades como mano
de obra barata e indiferenciada, alienada, enferma y crónicamente pobre y
dócil, para orgullo de la revolución industrial. ¡Aún estamos culminando este
proceso!
En el Londres de la época se amalgamaban todos
los problemas sociales que a día de hoy siguen ser resueltos, y Alan Moore va
machacando uno sobre otro sin que de la impresión de estar hablando de un
problema decimonónico: básicamente seguimos igual.
La injusticia social, el hacinamiento en las
ciudades, la falta de cultura en las clases bajas, provocada por la necesidad
de mantener ese estrato social lo más lleno posible por parte de las clases
altas, del mismo nivel de estupidez pero mucha mayor capacidad de influencia,
la corrupción hasta el máximo nivel, la monarquía, la endogamia del poder, la
incapacidad para promover políticas realistas de salud pública, la inutilidad
de las instituciones para los locos, o lo que es lo mismo, para los enfermos, o
lo que es lo mismo, para los pobres. Todo está ahí, no se habla directamente de
ello en ningún momento, pero te queda inoculado desde el 1er renglón.
Y una visión que impresiona sobre la
investigación policial, hasta que punto está influenciada por el poder político,
el poder judicial, o lo que es lo mismo, el poder económico, una muestra la
estamos viviendo ahora mismo en nuestro país: la impunidad con la que la clase
acomodada sale de rositas de los más bárbaros delitos, y la facilidad de
ascenso del condescendiente con la clase alta, el mejor trampolín para
sobrevivir en esta carrera de ratas, era, es, siempre será, bajo este modelo
político que se inventó entonces, y aún sigue coleando, el hacer la vista gorda
con los de arriba, y machacar a los de abajo. Tan sencillo funciona el sistema.
Nuestro sistema. Y la lucha de la policía por resolver este caso, todos sabemos
desde la primera página que está perdida.
Finalmente, pero para mí la parte más
importante, es la parte sobrenatural de la historia, que a quienes a mi
alrededor leyeron este relato mayoritariamente les sugirió tanto terror que hay
quien tuvo que dejar la lectura por insoportable. A mí me causa admiración la
atmósfera filosófica, profunda, cargada de conceptos, que maneja el autor en
todo el relato. Es apasionante la gestión del caos de las acciones de todos los
personajes alrededor del asesino, y cómo sin embargo, no se nos esconde la visión
mesiánica y clara del cirujano, su ensimismamiento científico y religioso,
íntimo, en el concepto de la muerte como totalidad y camino al conocimiento. No
es casual que se use en el relato el orientalismo que tanta mella hizo en el
arte de la época, las referencias cultas al ocultismo, al arte simbolista que
buceó en el inconsciente y en las pulsiones de la mente, en una época en la que
toda referencia pública a las pasiones se consideraba negativa, pero que en
privado manifestó un cúmulo de perversiones, adicciones y comportamiento insano
que a día de hoy nos sorprendería y seguramente repugnaría.
Dejo para el final el ajuste de cuentas de
Alan Moore con las religiones establecidas y monoteístas, la explicación, que
da literalmente vértigo, del exterminio del antiguo paganismo europeo, ligero y
matriarcal, en comunión con las fuerzas de la naturaleza, por las fuerzas aún hoy ocultas del
difusionismo, desde Oriente próximo, de las religiones que desde Zoroastro,se
basan en el falocentrismo y en aplastar las viejas fuerzas naturales, nos son
desveladas las relaciones entre arte y poder, y el símbolo de la arquitectura
como marca de fuego de las civilizaciones dominantes, primero sobre las
dominadas y después, subliminalmente, sobre el día a día de nuestras mentes.
Aún seguimos (algunos) librándonos de este castigo.
Hay que leer este libro, y a ser posible,
comprarlo y releerlo de vez en cuando, siempre se extrae un conocimiento nuevo,
según se evoluciona, es distinta la lectura que nos ofrece, Borges estaría
orgulloso de su lectura, aunque seguramente disentiría del tratamiento que le
da al mito masónico, del cual nos separamos de su aura intelectual instantáneamente tras la visión que
da el autor a sus ritos y pamplinas, meros instrumentos de posesión, de
justificación, de potenciación y sustento de la diferencia que aún hoy en día divide
el mundo entre los que tenemos derechos virtuales de los que realmente los
ostentan.
¿Qué dónde se compra? Pues lo dicho,
físicamente lo compré en la FNAC ,
y lo podéis encontrar, y lo recomiendo, por su facilidad, buen trato e
impecable distribución, en Amazon.
Venga, ¿a qué estáis esperando? Si queréis saber
por qué se mueve el mundo y cómo se mueve, empezad por aquí, diseccionando lo
que hay de realidad en nuestra triste existencia, con un bisturí de Liston,
bien afilado.
De izquierda a derecha, y sin tropezar con la
clavícula, claro.
Coño Iván, vaya análisis. Como te descubran en "Cuarto Milenio", echan a Laria para meterte a ti :-) No sabía que te iba lo esotérico. Pero gracias por este ensayo.
ResponderEliminarSaludinessssssssssssssssssss
César, lo macro y lo micro, lo que está arriba y lo que está abajo, la naturaleza vive en todas sus partes, y en esta vida está el auténtico conocimiento.
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