domingo, 9 de febrero de 2014

Novela gráfica: From Hell, de Alan Moore.

Completando la trilogía de Alan Moore, tenemos “From Hell”, para mí su mejor obra, y sin duda una de las mejores novelas gráficas de la historia.

Enfrentarse a este tomo equivale a hacer un viaje iniciático a la historia, a las profundidades de la mente humana, al sentimiento de transcendencia, y al arte con mayúsculas. Auténtica magia.













Yo ya conocía a Alan Moore por sus aclamados trabajos “The Watchmen” y “V de Vendetta”, 2 auténticos mazazos al establishment del mundo del cómic que consiguieron no solo que todo el mundo editorial  se hiciese eco de las posibilidades de la novela gráfica como género mayor, sino también que la crítica aclamase a su autor como el mejor guionista de la historia, y allí sigue.
Este tomo lo hace con Eddie Campbell de dibujante, al principio su dibujo parece oscuro y esquemático, pero más tarde te das cuenta que es el tipo de trazo que se necesita para contar esta historia.

Me hice con este ejemplar un poco por casualidad, da un poco de miedo contarlo, más teniendo en cuenta que Alan Moore es psicomago, un connaisseur, un iniciado, o como queramos llamarlo.
La cuestión es que andaba por otros motivos en la FNAC, cuando una fuerza irresistible me llevó a la sección de comics, y allí estaba este ciclópeo volumen, el único que había, me fui directo, y sin siquiera abrirlo ni tener ni idea de qué iba, me lo llevé. Tal cual. Y no era barato. Curioso.

Llegué a casa y desde la primera página me enganchó, ya no pude dejar de leer hasta una semana después, es algo más que adictivo, es un texto con poder.

Resumir su argumento es imposible, porque abarca tantos niveles de pensamiento diferentes que separar unos de otros desdibuja el conjunto, un bosque de datos, inspiraciones, teorías, y caminos que se abren y ya no se cierran más, un auténtico laberinto que nace en el apogeo de la Inglaterra Victoriana y desemboca en tu inconsciente.

Ni es fácil de leer ni fácil de asimilar, sí es fácil de entender, y ese es el problema, que nos descubre lo que intuíamos pero no comprendíamos, que nos cuenta lo que nadie se atreve a explicarnos, y que nos guía por un sendero lleno de alusiones al absoluto con tal complejidad que parece mentira que entre en un bloque de papel tanto conocimiento, tantos argumentos, y tanta sabiduría, en una sola obra.

El reinado de la Reina Victoria, larguísimo, y que en teoría se caracterizó por su estabilidad política, en realidad fue tan convulso intelectualmente que con la muerte de esta reina se inicia realmente el mundo moderno, y se cierra todo atisbo del pensamiento primitivo en la especie humana. Ya nada sería lo mismo, y en el debate nacieron las corrientes de pensamiento más rompedoras que ha conocido la humanidad, y que siguen vigentes y en lucha: el imperialismo, el capitalismo, el anarquismo, el comunismo, el simbolismo, todas nacieron en el auge de la época victoriana, en un Londres que era capital del Imperio Británico, lo que era como decir capital del Mundo.

En otras novelas hay una trama, y, al fondo, algunos retazos de historia, o filosofía. En esta obra magna, es al contrario: la trama, que es buenísima, policiaca, y retrata la búsqueda infructuosa a su manera, de Jack el Destripador, está encajada en su tiempo, tan bien descrita la situación, que llega un momento que todo fluye como una catarata, y te olvidas del argumento: estás literalmente en Londres, en la noche, y sientes cada uno de los pasos del alocado y a la vez iluminado asesino en serie, hueles la niebla espesa, la sangre y el cloroformo, sientes la desesperación de los investigadores, la impotencia de las víctimas, la podredumbre de una sociedad fastuosa en actos y elegancia, pero corrompida hasta la médula de mediocridad, pompa e indisimulada lujuria.

La descripción de la época es tan buena, que, habiendo estudiado académicamente la sociedad de la época, no entendí el proceso, vital incluso para explicar esta crisis del capitalismo que ahora vivimos, que procede de la unión primigenia en aquellos tiempos, del capital y la aristocracia en una fusión que acabó con el ser humano como hasta entonces se conocía, hasta que no acabé de leer este libro.















La unión de la codicia de unos y la separación de clases de los otros propició que las clases rurales fuesen despojadas de sus tierras, de su medio de vida y de su cultura y su visión del mundo en cuestión de pocos años, barriendo el orgullo de la autosubsistencia y obligando a millones de campesinos antes autosuficientes a emigrar a las ciudades como mano de obra barata e indiferenciada, alienada, enferma y crónicamente pobre y dócil, para orgullo de la revolución industrial. ¡Aún estamos culminando este proceso!

En el Londres de la época se amalgamaban todos los problemas sociales que a día de hoy siguen ser resueltos, y Alan Moore va machacando uno sobre otro sin que de la impresión de estar hablando de un problema decimonónico: básicamente seguimos igual.
La injusticia social, el hacinamiento en las ciudades, la falta de cultura en las clases bajas, provocada por la necesidad de mantener ese estrato social lo más lleno posible por parte de las clases altas, del mismo nivel de estupidez pero mucha mayor capacidad de influencia, la corrupción hasta el máximo nivel, la monarquía, la endogamia del poder, la incapacidad para promover políticas realistas de salud pública, la inutilidad de las instituciones para los locos, o lo que es lo mismo, para los enfermos, o lo que es lo mismo, para los pobres. Todo está ahí, no se habla directamente de ello en ningún momento, pero te queda inoculado desde el 1er renglón.

Y una visión que impresiona sobre la investigación policial, hasta que punto está influenciada por el poder político, el poder judicial, o lo que es lo mismo, el poder económico, una muestra la estamos viviendo ahora mismo en nuestro país: la impunidad con la que la clase acomodada sale de rositas de los más bárbaros delitos, y la facilidad de ascenso del condescendiente con la clase alta, el mejor trampolín para sobrevivir en esta carrera de ratas, era, es, siempre será, bajo este modelo político que se inventó entonces, y aún sigue coleando, el hacer la vista gorda con los de arriba, y machacar a los de abajo. Tan sencillo funciona el sistema. Nuestro sistema. Y la lucha de la policía por resolver este caso, todos sabemos desde la primera página que está perdida.








Finalmente, pero para mí la parte más importante, es la parte sobrenatural de la historia, que a quienes a mi alrededor leyeron este relato mayoritariamente les sugirió tanto terror que hay quien tuvo que dejar la lectura por insoportable. A mí me causa admiración la atmósfera filosófica, profunda, cargada de conceptos, que maneja el autor en todo el relato. Es apasionante la gestión del caos de las acciones de todos los personajes alrededor del asesino, y cómo sin embargo, no se nos esconde la visión mesiánica y clara del cirujano, su ensimismamiento científico y religioso, íntimo, en el concepto de la muerte como totalidad y camino al conocimiento. No es casual que se use en el relato el orientalismo que tanta mella hizo en el arte de la época, las referencias cultas al ocultismo, al arte simbolista que buceó en el inconsciente y en las pulsiones de la mente, en una época en la que toda referencia pública a las pasiones se consideraba negativa, pero que en privado manifestó un cúmulo de perversiones, adicciones y comportamiento insano que a día de hoy nos sorprendería y seguramente repugnaría.



Dejo para el final el ajuste de cuentas de Alan Moore con las religiones establecidas y monoteístas, la explicación, que da literalmente vértigo, del exterminio del antiguo paganismo europeo, ligero y matriarcal, en comunión con las fuerzas de la naturaleza,  por las fuerzas aún hoy ocultas del difusionismo, desde Oriente próximo, de las religiones que desde Zoroastro,se basan en el falocentrismo y en aplastar las viejas fuerzas naturales, nos son desveladas las relaciones entre arte y poder, y el símbolo de la arquitectura como marca de fuego de las civilizaciones dominantes, primero sobre las dominadas y después, subliminalmente, sobre el día a día de nuestras mentes. Aún seguimos (algunos) librándonos de este castigo.









Hay que leer este libro, y a ser posible, comprarlo y releerlo de vez en cuando, siempre se extrae un conocimiento nuevo, según se evoluciona, es distinta la lectura que nos ofrece, Borges estaría orgulloso de su lectura, aunque seguramente disentiría del tratamiento que le da al mito masónico, del cual nos separamos de su aura intelectual instantáneamente tras la visión que da el autor a sus ritos y pamplinas, meros instrumentos de posesión, de justificación, de potenciación y sustento de la diferencia que aún hoy en día divide el mundo entre los que tenemos derechos virtuales de los que realmente los ostentan.











¿Qué dónde se compra? Pues lo dicho, físicamente lo compré en la FNAC, y lo podéis encontrar, y lo recomiendo, por su facilidad, buen trato e impecable distribución, en Amazon.

Venga, ¿a qué estáis esperando? Si queréis saber por qué se mueve el mundo y cómo se mueve, empezad por aquí, diseccionando lo que hay de realidad en nuestra triste existencia, con un bisturí de Liston, bien afilado.

De izquierda a derecha, y sin tropezar con la clavícula, claro.

2 comentarios:

  1. Coño Iván, vaya análisis. Como te descubran en "Cuarto Milenio", echan a Laria para meterte a ti :-) No sabía que te iba lo esotérico. Pero gracias por este ensayo.
    Saludinessssssssssssssssssss

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  2. César, lo macro y lo micro, lo que está arriba y lo que está abajo, la naturaleza vive en todas sus partes, y en esta vida está el auténtico conocimiento.

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