Con la nueva cámara me puedo permitir 2 lujos:
Uno, no tener que bajar a la arena. Puedo sacar fotos desde el Muro de San Lorenzo tan campante, y pillar, por ejemplo, a este chorlito gris (Pluvialis squatarola).
El segundo, y mucho más importante, es que el ave ni se entera que un tío a muchas decenas de metros está sacándole un primer plano, y por tanto puede seguir su vida sin compartirla con un pesao que lo persigue.
Parece una tontería, pero no lo es, ya que al no tener a nadie alrededor puede dedicarse a hacer su vida, y nos ofrece la oportunidad de disfrutar y retratar su comportamiento real, como demuestra este vuelvepiedras (Arenaria interpres) y no el típico "me paro-escapo-ay madre que este señor va a por mí" que tantas veces hemos visto en cualquier lance de fotógrafo de bichos, y que todos lamentamos cuando sin querer molestamos a un ave por no tener focal suficiente.
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