Hace más o menos un mes nos reunimos unos
cuantos amigos, grandes y pequeños, para colocar 25 cajas nido para los
paxarinos del Parque Fluvial del río Piles, en Gijón.
La idea venía gestándose desde meses atrás,
pero la desidia habitual de los estamentos oficiales y la burocracia fueron
retrasando el proyecto, llegando a hacerme pensar si dejarlo y ponerlos en otro
lugar, ya que hablando en plata, desde el Ayuntamiento pasaron bastante de
nosotros.
Era la 1ª acción coordinada desde la recién
creada sección gijonesa de MAVEA, y me hacía mucha ilusión, así que compañeros
más acostumbrados que yo a la inoperancia municipal me convencieron de seguir
adelante a pesar de no tener un triste papel oficial que nos diese permiso para
realizar la acción (los permisos empezaron a llegar unas 3 semanas después, en
fin, así va el país)…
Pues fue todo un éxito, el tiempo nos respetó,
hubo una participación voluntariosa y de muy buen rollo, y con la excusa de los
nidales acabamos juntándonos a tomar unas cañas varios amigos, que sin ser de MAVEA, de una manera
u otra nos conocíamos pero no nos habíamos juntado todos nunca alrededor de una
mesa, y enseguida brotaron las anécdotas y las risas, señal de lo bien que lo
pasamos.
Y sobre todo me prestó mucho porque fueron
bastantes los niños que nos acompañaron, aprendieron cosas sobre las aves
(gracias, Yoli), y se interesaron por el proceso de ayudar a un ave silvestre a
ponérselo más fácil a la hora de construirse un buen nido.
Los críos se lo pasaron bomba, bajaron al río
a tirar piedras, y a mí casi se me escapa una lagrimina porque si el río, en
todas las culturas, siempre se identificó con el proceso vital, “el río de la
vida”, en el que unas generaciones suceden a las anteriores, en este caso, veía
a los neños tirar piedras al agua y entretenerse sin falta de tanta tablet y
tanta chorrada electrónica, y me veía a
mí mismo hace 40 años, y a los adultos que nos acompañaban por entonces, alguno
de los cuales ya no está, pero estaría orgulloso de ver que 2 generaciones
después, nada cambia.
Vale, cierro el serial lacrimógeno y vuelvo a
la realidad: se colocaron los nidos sin medios cruentos para los árboles, con
escalera, cordel fuerte, y colgando de ramas potentes, sin tener que clavar a la
madera, aunque no es un método al 100% eficaz, pues se pierde algún nido, como
este de la foto, cuando hay como estos días, vendavales, merece la pena porque
no se introducen patógenos por la hendidura al árbol, y al no estar pegado al
tronco, si no colgando, los depredadores de nidos lo llevan bastante crudo. Los
pusimos a una altura media, suficientemente altos para que los humanos curiosos
no puedan molestarlos o retirarlos, pero no tan altos que no permitan al
público interesado ver a los pájaros entrar a cebar a los nidos.
Hay que decir que ya pasé 2 veces a controlar
y georreferenciarlos, y salvo 1, el resto permanece en su sitio, y también que
cuando los paseantes del parque me ven tomar notas y sacarles foto, me
preguntan mucho por los nidos, me felicitan por nuestra acción, y me comentan
que es una pena que no haya más cajas nido en otros parques, lo que dice mucho
respecto de la escasa o nula visión que tienen nuestras administraciones
locales, que se gastan millones de euros en la compra y cuidado de plantitas ornamentales,
muy monas, hay que reconocerlo, pero que nadie echa en falta, y luego ni se
plantean el gastarse una minucia en poner y mantener nidos artificiales, que
apenas cuesta mantener y que son una delicia asegurada de entretenimiento y
belleza en movimiento para los usuarios del parque, y eso sin entrar a hablar
de los beneficios medioambientales, de las toneladas de mosquitos que retiran
de las ciudades y blabla que no sigo que me embalo…
Pues nada, sin más, os dejo con algunas fotos
de la puesta en marcha de este proyecto, y claro, agradecer a los participantes
su respeto y confianza en mi alocada manera de organizar las cosas, y citarlos
de nuevo para cuando toque revisar y limpiar los nidos para la temporada que
viene: ¡Mil gracias a todos!
Los participantes adultos fueron: Mireya,
Fernando, Laura, Marta, César, Xuanín, Ángel, David, Laure, Yoli, Tamara y Juancho.
Y los pequeños, de talla, pero no de ganas y
corazón: Pablín, Germán, Víctor, Davicín, Alba, Silvia, Darío y Maya, ¡menuda tropa!
Una actividad ejemplar. Menos mal que sigue habiendo gente dispuesta a hacer cosas como estas, porque si nos dejamos llevar por los políticos, estamos listos. Enhorabuena!
ResponderEliminarSi esperamos que los políticos hagan algo (en general) vamos guapos. Hay que moverse un poco, aunque cueste, a mí el primero.
EliminarGuapa de verdad esta iniciativa. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, fue muy disfrutada por todos, y eso fue lo mejor.
EliminarEnhorabuena Iván, da gusto ver tanto niño ahí con vosotros, hace que uno recobre la esperanza. Esperemos que esas cajas nido tengan buena acogida. Un saludo
ResponderEliminarEspero que sí, aunque no se ocupen muchas, lo importante era sembrar una idea, y que se consiguió.
EliminarDe nada, gracias a ti por organizar una actividad tan bonita. Además nos lo pasamos pipa....
ResponderEliminarEspero que sí, sin vuestra ayuda poco se hubiese podido hacer, la verdad.
EliminarHola amigo!!
ResponderEliminarPues nosotros encantados de echar un cable a este proyecto.
Por cierto, pasamos por allí el sábado haciendo el censo había una de las cajas casi en el suelo, no la recogí porque aún teníamos que ir hasta la Aliseda, si la recoges puedo ponerle un tejado nuevo y la volvemos a poner.
un saludo!!
Sí, ya la vi, me pasó lo mismo, también iba censando y fue imposible cargar con él, si lo vuelvoa encontrar lo guardo y te lo mando "a reparar".
EliminarEsto sí que es sembrar...
ResponderEliminarun abrazo
Espero que de buenos y abundantes frutos.
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