El otro día daba un paseo con mis hijos por el
faro de la Campa
de Torres de Gijón, y el mayor me preguntó que qué eran 2 sombras que se veían
en la gran roca que es el cabo Torres.
Yo le dije sin gran énfasis que eran 2 halcones peregrinos (Falco peregrinus),
ya que es casi extraño acercarse por allí y no ver algún ejemplar, pero mi hijo
ponía cara de alucine.
Y es que él es un gran lector de libros de
animales (para niños), y un devorador de documentales de vida salvaje, y me di
cuenta que cuando yo llego a casa emocionado por ejemplo, por haber visto un
archibebe oscuro, nadie levanta una ceja, ya que no es un animal ni famoso ni
que a priori levante pasiones entre el gran público; pero un halcón peregrino
es un clásico tanto en cualquier libro de animales, como en muchos documentales,
y para un niño pequeño es extraño verlos en su localidad.
Esto me hizo pensar que estamos acostumbrando
a nuestros hijos, incluso los que como el mío, son de gustos naturalísticos, a
leer y ver sobre animales muy espectaculares, muchas veces muy lejanos y
exóticos, y mientras tanto, pocos niños gijoneses, o de otros lugares,
sospechan que en sus paseos por los parques atraviesan el territorio de
halcones, azores, zorros o jabalíes.
Es una lástima, porque en mi infancia sucedía
lo contrario, no había Internet, y la tele era pequeña y en blanco y negro, con
poco exotismo en la programación, pero por otra parte, y de puertas hacia
fuera, había, incluso en una población mediana e industrial como era Gijón,
enormes espacios abiertos en los que jugar y patear en libertad con otros
críos, y desde luego, sabía diferenciar y localizar a un azor, un aguilucho
pálido o un ostrero, porque me los cruzaba con cierta frecuencia, y tenía gusto
por ir a las bibliotecas y buscar las cosas nuevas que veías; y sin embargo,
poco sabía yo de emúes, facóqueros o serpientes marinas, que me sonaban lejanos
e imposibles.
Y tampoco había Wikipedia, pero sí estupendas
bibliotecas que hoy languidecen.
¿Es este cambio bueno o malo? No lo sé, quizás
haya hoy en día más conocimiento general y respeto “global” por la naturaleza,
dicho en términos un poco etéreos, pero en cambio, cada vez hay menos
conocimiento, y lo peor, interés, por la naturaleza local, la del día a día.
O quizás solo sean divagaciones de una
generación sobre la siguiente. Será eso...
Ivan... vas pa vieyu... Je, no, en serio, yo creo que el fondo de lo que planteas es que somos así, la cotidianeidad corre peligro de volver algo vulgar (en un sentido muy literal de la palabra), pero aquello que cobra cierto carisma, ya sea por su aparición en un documental, por aparecer en un periódico, por ser famoso,... le da la excelencia. El Peregrino siempre estuvo ahí, siempre hubo ferres y ferrucos, pero si uno ve un documental sobre él seguro que, aunque no te gusten, lo verás con otros ojos y pasará a ser una "estrella", e incluso te asombrará saber, como dices, que un bicho "que sale en National Geografic" lo tienes en la ventana de casa. Pero lo mismo con todo, si viene un turista a mi casa flipa con una madreña, y para mi sigue siendo una madreña, pero es que él la vio en un documental sobre etnografía. Pero ahí no salía el gadañu, y por mucho que se lo quiera hacer ver quizá no llegue a darle la misma importancia al desconocido gadañu que a la conocida madreña, no sé si me explico, el caso es que somos un poco ¿iconoclastas?. A mí me pasó igual que a tú hijo con los Peregrinos, con el Azor, con la Garza, el Martín pescador, todo lo que no fuera Gorriones y Raitanes... y todavía me pasa hoy en día. El truco demagógico es obvio: más tele con fauna europea, más libros con fauna europea... aunque visto lo visto yo casi prefiero como tú hijo, por lo menos sabe lo que es un suricata y tiene el gusanillo dentro, ya será nuestra labor hacerle que se sorprenda cuando descubre que hay Halcones al lado de casa. Sí, los mismos que salieron ayer en la tele.
ResponderEliminarAmén y que Dios te oiga, sería una pena tener una generación de expertos en elefantes africanos y ñúes pero que no saben diferenciar un colirrojo de una urraca.
EliminarSea como sea, hay niños que tienen la suerte de tener un padre como tu. Un saludo
ResponderEliminarNo te creas, si le regalase la PsP o como se llame sería mucho más popular...
EliminarQué razón tienes Iván. Totalmente de acuerdo con tu reflexión. Parece que lo exótico y lejano es lo que llama la atención y falta conocer de verdad nuestro entorno. Creo que es un fallo grande en la educación urbanita actual: mucha teoría y poca práctica. Los exámenes que se llamaban "de visu" tenían que estar al orden del día en "Conocimiento del medio". Les enseñan lo que son cabos, golfos, bosques de ribera, etc, etc, pero no conocen de verdad lo que les rodea porque no salen al campo.
ResponderEliminarEl ejemplo que pones del Halcón es de los mejores que se podrían poner.
Pues alguien debería explicarles a los maestros que se aprende más viendo que estudiando, pero eso es un poco tema tabú.
EliminarDecía un profesor mío de anatomía, ante las críticas de los que les daba pavor diseccionar cadáveres, que "lo que se estudia se olvida, lo que se ve se recuerda, y lo que se toca se aprende".
¡Qué razón tenía!