viernes, 1 de noviembre de 2019

El Burgo de Osma: toda una agradable sorpresa.

A veces merece la pena conocer sitios de los que no tienes ninguna referencia. Necesitábamos hacer noche camino de vuelta a Asturias desde el Delta del Ebro, y aunque con un poco de rodeo, quisimos conocer la provincia de Soria. Al no haber libre estancia en la capital soriana, nos desviamos al Burgo de Osma, y fue un gran acierto.






Esta estratégica población, de sólo 5.000 habitantes, además de encanto, tiene un patrimonio histórico-artístico increíble para ser tan pequeña. Y además disfruta de un paisaje y de una calidad de vida que se percibe al instante. No me importaría quedarme aquí a vivir. Al estar nuestro hotel muy cercano a ella, pudimos pasear a gusto la catedral, que nos dejó gratamente sorprendidos.












De gran tamaño, refleja tiempos mejores para esta ciudad, cuando era cabeza de un gran territorio estratégico en los caminos entre el Norte de España y la Meseta. De antiguo nombre celtíbero Uxama, desde el S. XIII empezó la construcción de esta catedral, que tiene varios estilos dentro de su interesantísima arquitectura. llama mucho la atención su torre, altísima y que domina el paisaje en muchos kilómetros a la redonda. Es neoclásica y mucho más moderna, del S. XVIII.



Fue grato ver a las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) bien tranquilas.













Y a los buitres leonados (Gyps fulvus), en todo momento sobrevolándonos.










Su interior, donde estaba prohibido sacar fotos, es de lo más interesante, ya que se han recogido en su museo gran parte de las riquezas artísticas de la diócesis y el conjunto no tiene nada que envidiar a catedrales de sedes arzobispales mucho más potentes. Su construcción abarca desde el románico, el gótico, el renacentista, y hasta el neoclásico, porque se tardó mucho en rematar la obra.













Saliendo de la catedral nos dirigimos a las murallas, del S. XV, por la puerta de San Miguel, al puente antiguo, un rincón precioso.














En los alrededores del Burgo de Osma, otras estampas idílicas, como el castillo de Osma, desde el S. X, que marca la localización celtíbera de Uxama, después fue romana, visigoda, árabe, castellana...hasta que se abandonó por la localización más cómoda del Burgo de Osma.






Frente al castillo, al otro lado del río, la iglesia de Santa Cristina de Osma, de los S. XVI-XVIII, al otro lado del río Ucero.

















Las atalayas, bien visibles desde las afueras, provenientes de la época celtíbera.












De vuelta a la ciudad, nos llamó mucho la atención la Universidad de Santa Catalina, que funcionó desde el S. XVI hasta el XIX, y que actualmente alberga un hotel spa, magnificamente restaurado.






En resumen, una parada inolvidable, llena de cosas que ver.














Y además se come de maravilla, ¿qué más se puede pedir?

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