domingo, 24 de noviembre de 2019

Una explosión musical

O algo así fue lo que vimos Manolo, Roberto y yo a finales de agosto, con una bolsa enorme de mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus) moviéndose en un espacio muy reducido.















La bolsa era muy difícil de calcular en número de efectivos, pero teniendo en cuenta que solo en este sauce calculamos un 150 ejemplares, el total de lo que iba entrando desde el mar, sedimentándose y moviéndose, podría estar por unos 400 mosquiteros.









No es que sea algo inhabitual, pero hay que estar allí para verlo y tuvimos la suerte.













La presencia y conservación de estos setos vivos entre grandes fincas agropecuarias demuestra aquí su gran utilidad para el descanso y avituallamiento de los insectívoros.










Además de mosquiteros musicales, que se mueven por millones desde el norte de Europa hacia África, y es natural que abunden, pudimos ver más migrantes transaharianos, como un cuco (Cuculus canorus), aparentemente leucístico.









Varias collalbas grises (Oenanthe oenanthe), posiblemente de la raza leucorrhoa.














Y un juvenil de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), por desgracia cada vez menos frecuentes.

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