Me cuentan (y me lo creo) que en el valle del río Aboño había una hermosa playa, con un río limpio en el que se podía pescar, que las familias iban a tomar la merienda aquí los fines de semana, y al fondo del valle unas praderías llenas de ganado de las que vivían sin problemas varias parroquias gijonesas.
Yo hoy veo esto y sigo preguntándome, un siglo después, si no hemos aprendido nada, si después de machacar hasta el exterminio un valle entero, nadie se pregunta porqué hay que seguir mirando hacia otro lado. El carbón pudo tener su lugar de ser entonces, hoy, sin duda, tiene sustitución, como las centrales térmicas. Respecto del cemento, creo que pocos fracasos van más ligados a un solo material como la crisis del (abuso del) cemento de hace una década, se llenó el país de este material, y ahí está, en pie, inservible, en miles y miles de construcciones e infraestructuras que hemos pagado todos los contribuyentes a precio de oro. El puerto, en fin, sigue infrautilizado, y aunque la megalomanía se va alejando de las mentes de quienes deciden, nadie a día de hoy ha admitido que los proyectos ligados al "Superpuerto" gijonés han sido un fracaso en su mayor medida, y un lastre económico que se tardará décadas en rentabilizar, si es que algún día lo hace. El desastre paisajístico ahí está a simple vista desde cualquier punto de Gijón, pero especialmente desde el punto donde estoy, la Campa Torres.
Cemento, carbón, infraestructuras caducas o en fase de caducidad. Y no fueron gratis, las pagamos entre todos, y no dieron beneficios. ¿Crearon y todavía hoy mantienen cientos de puestos de trabajos bien remunerados? ¿Ese es el problema, o sólo una excusa a la que todos en algún momento, nos hemos agarrado? De la misma manera que cambiamos de modelo económico hace 40 años, se puede volver a apostar por una reconversión, que ya afrontamos en peores condiciones en los años 80. Algo sabemos de cómo hacerlo mejor que entonces. Y de esa reconversión pueden salir miles de nuevos puestos de trabajo ligados a industrias menos contaminantes, alternativas de bajo coste, económico, ambiental y social, bien remunerados, y con mucho más futuro para los jóvenes que las actuales industrias que van a ser barridas de la historia y de nuestra región por la pura inercia de la globalización, y que van a ser un sumidero de empleo de aquí a nada.
Ya no hay excusas. Por mi parte, creo que ya no se sostiene ningún intento de legitimar, actualmente, con las tecnologías existentes, modelos industriales y económicos del siglo XIX, basados en destrozar el paisaje y al paisanaje para beneficio de los accionistas, con la complicidad de los poderes públicos, que, con la defensa de unos puestos de trabajo y unos impuestos que pueden, y deben, porque ya lo hacen en otros países más avanzados, venir de la innovación, la racionalización y la discusión pública.
Tardaremos, puede que yo no lo vea, pero este valle se convertirá algún día en un paisaje en el que se pueda volver a tomar el sol, a nadar, a pescar, a escuchar a las buscarlas pintojas, y nos preguntaremos cómo estábamos tan locos de apostarlo todo, nuestra salud, nuestra casa, nuestro orgullo como región, a un proyecto por el que ya nadie apuesta en ningún país de nuestro entorno, y que tal y como ya se ha hecho en países con características similares, se puede y se debe cambiar por un proyecto limpio, económicamente más rentable y más justo para la ciudadanía y para los trabajadores.
Impresionante la foto.
ResponderEliminarSalud