martes, 29 de agosto de 2017

Por la Casa Mieres: Muchas pero que muchas ranas.

Tuvimos la suerte de estar de excursión en la Casa Mieres en plena explosión reproductiva de la rana verde ibérica (Pelophylax perezi), lo que significa que se oía el croar ya desde la propia Casa Mieres.











Desde el embalse por encima del pueblo, el sonido era atronador.












Cientos de ranas, por todas partes, daba igual que fuese en el agua, sobre las plantas acuáticas o sobre el barro que removía el ganado.












Todo un espectáculo visual y sonoro.












No cabe duda que la importancia que tienen estas pequeñas masas de agua en la montaña cantábrica para los anfibios.











Y para todo el pequeño ecosistema, ya que sobre las huevas de las ranas predan un montón de insectos acuáticos en peligro y otros anfibios menos comunes que nuestra rana.









No resultó nada difícil, con el bastón de la excursión, y una bolsa de plástico atada, capturar varios ejemplares para que los peques pudiesen, sin tocar a las ranas, conocer la anatomía y las simpáticas costumbres de unos animales que para los niños de ciudad son poco menos que ciencia ficción.












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