La famosa es la duna, que trataremos en otra entrada, pero realmente fascinantes las 3 playas, que de nuevo son una, pero con la marea pueden ser muchas más...una maravilla la dinámica cambiante de estos paisajes.
Una vez vista la duna, un camino paralelo nos dirige a las playas, empezando al norte, la de Ladeira, una inmensidad y eso que la veíamos en marea alta.
Al Sur, la otra playa que "se une" (en teoría) con la anterior, es la playa de Vilar, igual de interesante, también enorme, y fascinante.
Pero la playa de verdad alucinante era la de Lagoa de Carregal, es decir, la pequeña marisma de agua dulce que desemboca entre las 2 playas de este espacio protegido, creando un paisaje único.
Fueron unas horas entrañables en familia, con otro par de familias igual de encantadas de estar allí, respetando todos el silencio y la tranquilidad (todo lo que pudimos porque apetecía gritar de la emoción). Nos bañamos en la lámina de agua, y dejándose llevar por la fuerte corriente de la marea podías embarrancar en cualquiera de las 3 playas. Corriente arriba es zona protegida y no apta para el baño, y playa abajo se llega a otra zona, inmediatamente señalada por la abundancia de chorlitejos patinegros, gaviotas y garzas. Por desgracia al marcharnos toda aquella paz sucumbió cuando una familia decidió vadear el río hacia la zona prohibida, espantando a todas las aves y con ellas el idílico momento.
Al final, en unos minutos, llegó la nube y el viento, todo cambió en un instante, pero el paisaje siguió siendo cautivador.
Ahí estuve yo el pasado 27 de julio. Un lugar mágico, sin duda.
ResponderEliminarSaludos.