Llegaron de la nada los chorlitos dorados (Pluvialis apricaria), seguramente en paso, aprovechando los rastrojos de los abundantes sembrados de la rasa.
Venían precedidos por un bandito de avefrías (Vanellus vanellus), que aguantaron mucho menos en tierra.
En cuanto se posaron, movimiento incesante, no se paran quietos.
Si no lo creéis, podéis ver el vídeo:
Cuando me marché, allí quedaban.
Con un plumaje tan dorado y contrastados, sería fácil pensar que era fácil verlos, pero no, son muy crípticos.
Siguiendo por la rasa de cabo, algunos migrantes recién llegados, como los abundantísimos bisbitas pratenses (Anthus pratensis).
Los residentes, totalmente ajenos al movimiento frenético de los migrantes que entraban. Muy tranquilos los cernícalos vulgares (Falco tinnunculus).
También los colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros), con el mar 100 metros debajo.
Pude ver a unas cornejas molestando a un esmerejón, que a su vez molestaba a un aguilucho lagunero: el mundo al revés. La rasa costera da para mucho.
Aunque al final me llevé un disgusto con las extensiones de Carpobrutus sp. Una de las peoras invasoras del litoral en Asturias.
Ocupando ya demasiado espacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantan tus comentarios, y además los necesito, pero para evitar los ataques de orcos, trols y pesadiellos, me veo obligado a moderar. Si formas parte de la buena gente, tu comentario saldrá seguro.