No es que sea yo muy fan de los eucaliptos (Eucalyptus globulus) que tanto han destrozado Asturias y el resto de la Cornisa Cantábrica, pero hay que reconocer que determinados ejemplares son dignos de visitar, de admirar, y porqué no, de proteger. (Ojo, sólo estos ejemplares aislados, el resto, fuera sin miramientos...)
Esta salvajada de eucalipto es estéticamente magnético, con sus imponentes contrafuertes llenos de musgo, las raíces al aire penetrando el terreno muchos metros por debajo y un fuste recto terminado en una grandiosa copa calculo a ojo que unos 40 metros por encima. Fue muy emocionante llegar hasta él. Para que os hagáis una idea con mi silueta, así de pequeño se ve uno allí debajo.
Y la cuestión es que desde justo enfrente, está muy disimulado, y no es hasta estar delante de él que llegas a darte cuenta de la enormidad de este árbol.
Fijáos en la foto, hay árboles igualmente muy altos alrededor, pero la diferencia de grosor de los troncos...
No es fácil llegar a él precisamente por haberse disimulado su presencia. Os recomiendo su visita, no tiene pérdida, justo después de pasar con la carretera nacional el núcleo de Somao, sale una pista debajo mismo del viaducto de la autovía, si no lleváis un todoterreno como confieso que fue mi caso, hay que recorrer unas cuantas curvas, y enseguida lo veréis enfrente en una loma, desde allí hay que seguir un senderillo un poco resbaloso pero fácil y enseguida se tendrá a la vista. No lo dejéis pasar, antes que lo talen (es madera noble) o se caiga.
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