Invierno tras invierno, llegan las aves escapando del frío, pero aunque son las mismas caras cada invierno, varían mucho las frecuencias.
Algunos anteriormente muy abundantes, como los porrones que casi colapsaban el estanque del parque Isabel, cada invierno se ven menos, como el porrón europeo (Aythya ferina). De los porrones moñudos, mejor ni hablar.
Otros también abundantísimos, siguen viéndose pero en mucho menor número. Los zorzales comunes (Turdus philomelos), de verse por centenares, a verse por decenas, y gracias. Mucho peor les va a los parientes alirrojos.
Los bisbitas pratenses (Anthus pratensis), a tenor de las cifras que voy cotejando, se mantienen con una buena invernada este año, lo cual es sorprendente con el calor que hace.
Igual que los estorninos pintos (Sturnus vulgaris), que de número van bien, tapando el cielo en las horas de reunión, aunque han cambiado los dormideros.
Y siempre quedan especies a las que les va fenomenal, como a la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), que lentamente ha pasado de ser acontecimiento su presencia en Gijón a no ser para nada extraña, y ya se ven bandos de 50 aves deambular por el concejo, ya sea para dormir, "pastar" o sobrevolar de vuelta al parque Isabel las vegas del río Piles. Y podríamos añadir algo similar para su prima la garceta común.
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