La propia playa de Aramar es un espacio muy poco frecuentado, con una carretera bastante terrorífica, pero que luego tiene una pequeña área recreativa y grandes posibilidades para los paseos.
Con marea baja se multiplican sus alicientes, y se puede acceder fácilmente a varios pedreros y playas aledañas, todas igual de vacías, paseables y perfectas para sentarse y pensar.
Si nos vamos hacia el este, tenemos la siguiente playa, la playa del Carmen.
Pero el accidente geográfico más reseñable es la isla del Carmen con la ermita del mismo nombre, que ya se ve desde lo alto de la carretera de acceso.
El acceso a la isla, a pie, y con cuidado, se hace entre las rocas, en marea baja. ¡Ojo a las mareas!
Una vez llegados a ella, ahora en primavera está en su máximo esplendor.
Desde la isla, una vista preciosa de la Bahía de Luanco.
Y el premio, para los más inquietos, de unos fondos marinos preciosos, unas aguas transparentes y un buen trampolín.
Como casi siempre, estas playas tan coquetas solo se dejan visitar correctamente a principios o finales del verano, en julio y agosto...bueno, como en todas partes, demasiada gente.
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