sábado, 9 de marzo de 2019

Basura tras los temporales, un año más.

Cada año acudo, tras los temporales de invierno, a la playa del Sablón de Bayas.















Es doloroso, pero necesario, ya que las riadas del Nalón traen a la playa, con las mareas, toneladas de basuras.











Hace década y media que conozco esta playa, y era un espectáculo ver miles de troncos traídos por las corrientes.
Ahora ya no, pero antes se recogían y se aprovechaban como leña muy fácil de obtener.









Pero ahora, tristemente, lo que abunda son las mezclas espantosas de plásticos y madera.












Un espectáculo lamentable que indica bien a las claras en que nos hemos convertido como sociedad, y a donde va a parar el delirio consumista en el que vivimos, cada vez más de usar y tirar.









Aunque no abulta tanto, la mayoría de la basura plástica son millones de pequeños fragmentos, que salen de otros plásticos mayores. Sirva de ejemplo la pelotina.










Aunque hay plásticos grandes...o enormes.













Menos abundantes, los metálicos.













Residuos marinos.













Ruedas, había un buen montón de neumáticos de todos los tamaños.












Algunos de los envases plásticos, antiguos, supongo que rodando por el mar desde muy lejos y desde hace años...











...otros auténtica arqueología del consumo, supongo que enterrados profundos en la arena o en los limos de las orillas de los ríos, hasta que los fuertes temporales los sacan a la luz.










Lo de menos, lo arrastrado en las orillas de los prados muchos kilómetros arriba.

















O las víctimas de las crecidas.













Debería ser obligatorio que cada uno de nosotros viésemos cómo destrozamos el medio ambiente con nuestra comodidad moral y nuestra complacencia ante la basura que todo lo ensucia, pero como cada año, un batallón de limpieza dejará justo antes de la temporada de baños la playa bien preparada para limpiar nuestras conciencias y meter literalmente la basura bajo la alfombra (de arena).
Todo ello en la playa más grande de Asturias, una de las más guapas y salvajes (hasta hace unos años), y por cierto, monumento natural. Vergüenza tendría que darnos, si nos quedase alguna.

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