domingo, 26 de marzo de 2017

Escapada a Galicia: Ría de Ortigueira. Cisnes, limícolas y espátulas.

Habíamos parado en anteriores escapadas varias veces, pero siempre de pasada y sin detenernos demasiado, aunque el paisaje y lo visto a lo lejos nos impresionaron, así que esta vez hicimos escala.
Paramos ya en Sismundi para comer, un lugar espectacular, con el cambio de marea las corrientes hicieron que cambiase el paisaje a cada minuto, de verdad que hay que verlo para creerlo.

Desde aquí pocas aves pudimos ver, aunque a lo lejos vimos la primera garceta grande (Ardea alba) del día, asomando tímidamente entre la vegetación.










Como broma privada, apareció lejísimos un cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) que por la postura que tenía y la luz parecía muy muy pero que muy pequeño. Hizo falta sacar el trabuco a máxima potencia para quitarnos las ganas de que fuese un muy improbable pigmeo...






Después de comer y del momento de camaradería, que nos prestó mucho, una parada en Ortigueira villa, y nada más llegar vemos a David que está ensimismado en un lateral del puerto: pensábamos que serían las más usuales en este lugar serretas, alcas o  anátidas buceadoras, la sorpresa mayúscula fue ver a un par de jóvenes cisnes vulgares (Cygnus olor).




Aunque estaban sospechosamente cerca, pudimos comprobar que no llevaban anillas, y no era una locura pensar que pudiesen venir del Norte de Europa.









Unos días más tardes, a respuesta de correo electrónico, Antonio Gutiérrez nos quitó la esperanza, ya que seguramente se trate de una parte de una población asilvestrada que se mueve por la costa gallega. Incluso así, fue un encuentro agradable con estos gigantes.










Ya vimos en el puerto alguna muestra de lo que después sería un hervidero de limícolas, por ejemplo con este archibebe común (Tringa totanus).

















También una de las varias lavanderas blancas enlutadas (Motacilla alba yarrellii) que vimos en la jornada.











Con la moral muy alta, nos fuimos desde Ortigueira villa hacia la playa de Morouzos, que encierra en su lengua oriental un extenso humedal con 2 excelentes observatorios.

Aunque las imágenes no lucen todo lo mucho que vimos, porque las aves estaban lejanas, fue un verdadero jolgorio de limícolas, con cifras muy superiores al centenar de ostreros (Haematopus ostralegus), zarapitos reales (Numenius arquatus), archibebes comunes (Tringa totanus), correlimos comunes (Calidris alpina) o chorlitos grises (Pluvialis squatarola), y ejemplares sueltos de zarapito trinador (Numenius phaeopus) y agujas colinegras (Limosa limosa).

Además, varias decenas de silbones europeos (Anas penelope), y algunos cucharas europeos (Anas clypeata). Y como fin de fiesta, localizamos 12 espátulas (Platalea leucorodia).




Desconfiadas como siempre, otras 2 garcetas grandes.

















Desde luego, estuvo muy bien, en un lugar con un paisaje increíble, acompañó el tiempo, y la compañía, inmejorable, así que fue, a pesar de no lograr ver todo lo que esperábamos ver, un gran domingo. Incluso la luz nos permitió llegar a Foz, más tarde, y ver una buena concentración-dormidero de limícolas y gaviotas en medio de la ría. Volveremos, eso espero.



2 comentarios:

  1. Buen sitio el que elegistéis y en inmejorable compañia y diversidad de especies.

    Un Saludo desde León

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    1. El sitio y la gente, estupendos, las especies, se nos quedó corto. Hubo especies de las que merecen la pena por si solas el viaje, pero el listado quedó raquítico respecto a anteriores años.

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