lunes, 20 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (III): Festín de cuervos.

Parafraseo la Saga de Juego de Tronos porque tuvimos la suerte de disfrutar de todo un espectáculo inolvidable con las evoluciones de las 3 especies de córvidos que se enseñorean por las cumbres de los puertos de Marabio.
Lógico, cuando la Peña que estaba a nuestro lado se llamaba "del Cuervo", los paisanos no son tontos cuando nombran su territorio.





La especie menos abundante en nuestro paso por la Padiella fue la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), inconfundible con ese pico y las digitaciones de las alas.










No paró en todo momento de sabotear las exhibiciones de vuelo de sus primas, cruzándose peligrosamente en sus picados.











Las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), en grupitos y muy voceras, esperaban que nos marchásemos de la cima para comerse los trozos de pan que sabía por experiencia que las iba a hacer (como yo deseaba) fijadas a nuestra montaña, volando en increíbles escorzos.










Más ligeras y menos potentes que sus compañeras, pero las más traviesas, acosando a los grandes cuervos que las doblaban en tamaño.









Pero sin duda, el espectáculo que se nos quedó grabado en la retina fue el de los cuervos (Corvus corax), evolucionando frente a nosotros en uno de los mejores festivales de vuelo que haya visto en mi vida.










Ya desde que los vi en la cima sabía que íbamos a tener la suerte de asistir a un baile aéreo en toda regla, y así fue.











Los 3 ejemplares iban patrullando todo su escenario, y cuando quedaba vacío de interferencias empezaban.











Desde gran altura caían en picado haciendo un ruido tremendo en medio del silencio de la montaña, que era absoluto.











Las piruetas que hacían de uno en uno eran pura imaginación.












Dominaban cada pluma y cada corriente de aire y era una sensación epatante el ver a este paseriforme gigante girar con la ligereza de un pajarillo.








El asistir a este espectáculo con un decorado tan espectacular también ayudaba a disfrutar cada segundo.














Estoy seguro que eran perfectamente conscientes de estar siendo observados, son animales muy inteligentes y sospecho que con una capacidad muy superior a la que somos capaces de entender.

Una maravilla, la verdad.










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