Si os animáis, no tiene pérdida, hay que coger la desviación hacia Celorio desde la Autovía del Cantábrico, en el concejo de Llanes.
Si me hacéis caso y no estáis dentro del mogollón veraniego, podréis aparcar sin problema en el parking de la playa de las Cámaras. La vista desde aquí ya es muy guapa.
Desde luego, sabían elegir bien los sitios para edificar los conventos...porque desde aquí sale un pequeño mirador que domina toda la costa hacia el oeste.
Si volvemos a bajar a la playa, nos vamos al oeste por un camino de ronda, donde hay alguna terracita fantástica.
Y ya enlazamos con la siguiente playa, unida a la anterior en marea baja, la playa de Palombina.
Seguimos al Oeste, por el camino nos encontramos con bastante cartelería informativa de los valores paisajísticos de la zona, pero hay un cartel que, en fin, os cuento, tiene una buena información sobre las aves que habitan esta costa, que es ZEPA por su valor faunístico...pero está puesto al revés, mirando hacia una pradería privada, por lo que es imposible leerlo ni tan siquiera verlo. Qué país.
Menos mal que la vista hacia la Sierra del Cuera es magnífica.
Y llegamos a la península de Troenzo, saliendo desde la propia playa de Troenzo. Muy dañada por los temporales. A la contigua playa de la la Tayada, ni lo intentamos.
Increíblemente, la península entera es propiedad privada, y aunque hay una servidumbre de paso bastante cutre, es increíble que toda esta belleza esté actualmente en venta.
Menos mal que la vista hacia la Sierra del Cuera es magnífica.
Y llegamos a la península de Troenzo, saliendo desde la propia playa de Troenzo. Muy dañada por los temporales. A la contigua playa de la la Tayada, ni lo intentamos.
Increíblemente, la península entera es propiedad privada, y aunque hay una servidumbre de paso bastante cutre, es increíble que toda esta belleza esté actualmente en venta.
Pero es esta vista del castro de Arnielles y sus transparentes aguas la que a mí me tiene enamorado, y es la vista que tendrían los que se comprasen la península y los edificios que en ella hay. Uno piensa que en qué mundo vivimos cuando se privatiza la belleza y se pretende vallar el ensueño.
Qué triste es todo.
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