Mucho más fácil escuchar su desgarbado y taladrante canto que observarlos directamente.
Las pocas veces que nos obsequian con su presencia, nos damos cuenta de lo diminutos que son los verdecillos (Serinus serinus), de su cortísimo pico, y del plumaje tan hermoso, especialmente el amarillo limón de los machos como este.
Cantan sin parar desde lo alto de los árboles, y cuando bajan a forrajear suelen bajar en compañía.
La hembra, mucho más discreta en canto, también lo es en aspecto, una versión descolorida del macho.
Hace unos años tuve un nido en mi casa, lástima que no repitieron. Muy guapos esta última tanda de pajarinos. Saludos.
ResponderEliminarSon una ricura de pájaros, aunque su chirrioso canto puede llegar a poner nervioso en primavera.
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