Un invierno flojo más, pocos invernantes...la tónica del último lustro. Incluso los habituales, por ejemplo, el porrón europeo (Aythya ferina), no vi ningún día más de 10 ejemplares.
Pocos machos además. Esta hembra salió al césped, algo poco habitual.
De porrones moñudos (Aythya fuligula), todavía peor, solo vi a este macho este invierno.
Los cucharas europeos (Anas clypeata), alrededor de una docena.
Siguió el ánade rabudo macho (Anas acuta) silvestre algunas semanas acompañando a sus compañeros provenientes de granja.
Aunque el número de gaviotas patiamarillas era elevado a diario, muy pocas gaviotas, incluso, reidoras, aparte de las patis. Esta gaviota argéntea (Larus argentatus) se dejó ver bastante. Aparentemente, un segundo invierno.
De pajarinos, mucha variedad, y muy mansos, como pudo comprobar mi sobrino con este carbonero común (Parus major). Por el interés te quiero Andrés, en cuanto enseñas la comida, se convierte en tu mejor amigo.
Muy habituales también las concentraciones de mitos (Aegithalos caudatus).
Y los pinzones vulgares (Fringilla coelebs), también invernantes numerosos en el parque.
Afortunadamente, aquí los chillidos de los martines pescadores (Alcedo atthis) son un sonido clásico del invierno.
Antes del confinamiento, parecía que se preparaban ya los nidos de la colonia de garcilla bueyera (Bubulcus ibis).
Los invernantes fueron muy numerosos, con más de 600 ejemplares.
Y llegó el virus de marras, ¡y todos para casa!
Mucho se debieron aburrir las ardillas rojas (Sciurus vulgaris) sin transeuntes a los que merodear en busca de comida fácil.
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