lunes, 22 de abril de 2019

Escapada a Galicia en febrero: Paisajes increíbles.

Aunque no encontrásemos bicherío curioso, pasamos 3 días enamorándonos de nuevo de todo el grandioso cúmulo de paisajes que tiene el litoral gallego. Por no enrrollarme demasiado, pongo unas fotos, desde lo más al oeste que llegamos, hasta la frontera con Asturias. Empiezo por el final, Cedeira, donde llegamos casi poniéndose el sol, un gran espectáculo.






Un gran paseo persiguiendo el ocaso.













En la Garita Cimera, en lo alto de los acantilados más altos de Europa, la mar llana y el sol y el calor deslucieron la épica habitual.










Aunque poco más abajo, la vista hacia Cariño sigue siendo insuperable desde la Sierra de Capelada.

Cariño es un lugar privilegiado.

En el Cabo Ortegal, demasiada luz y poca marea, pero asomarse sigue dando vértigo.












Aunque para nuestra sorpresa, no tenían vértigo los puntitos que vimos en un acantilado inverosímil.









¿No se ven? Lo pongo más fácil:





Como diría Radio Futura, "hace falta valor..."













Os Aguillons, tan solitarios sin los nidos de las aves marinas, qué triste.












Cabo Ortegal es de los pocos lugares en los que pides que haga muy mal tiempo para disfrutarlo mejor.











Del oleaje en el acantilado a la calma de la ría de Ortigueira, en este caso Sismundi, un lugar especial.

Cerrando por el este, las playas de Espasante, en este caso la inmensamente atractiva playa de San Antonio.

Cambiamos al cabo más cabo del Norte de España, la porción de tierra al norte del norte, Estaca de Bares, donde también tuvimos el privilegio de ver anochecer.








Más al norte no hay nada, en las rocas del final estuve un buen rato que se me hizo muy corto, realmente lo disfruté, son las rocas más antiguas de España y habrán visto mucho.











El nombre de estaca le viene bien, ya que es muy larga la porción de tierra que como un mirador, se introduce en el mar, dividiendo el Atlántico, a la derecha de la foto, del Cantábrico, a la izquierda.





Aunque poco vimos el rato que estuvimos, no dejamos de visitar el observatorio de aves marinas, sin duda el que mejores observaciones da cada año, una envidia de comodidad para los asturianos que sufrimos la incomodidad y los dolores de espalda de la Punta la Vaca.








El faro también habrá visto, por desgracia, de todo en años y años de temporal continuo.










Precioso faro, por cierto.













Progresamos hacia Bares, el pueblo y la playa más al norte del país.













La gran Estaca de Bares parece cerrar el horizonte desde el fondo de la ría de O Barqueiro.











Vista contraria, desde el espigón del pueblo de Bares, al frente.







Al oeste de la ría de O Barqueiro, el precioso pueblo del Puerto del mismo nombre.












Desde su puerto, unas estampas de postal, menuda fotogenia tienen en este pueblo.












Desde la propia carretera, las vistas de la playa de Arealonga quitan el hipo.
Con la marea baja, la playa del puerto de O Barqueiro es un prodigio hecho arena, con O Vicedo cerrando por el este.

Y en la propia Arealonga, no digamos. Kilómetros de paseo por la arena, para pensar y gozar.

Saltamos ya muy cerca de Asturias, a Foz.

Un febrero escandalosamente cálido y seco, prefiero ver Galicia con mal tiempo, pero aquel día el solito prestaba.
Con todo tipo de tiempo y en cualquier momento del año y situación, Galicia siempre merece la pena una visita.

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