Aparte del interés histórico, arquitectónico y culinario que son evidentes en cualquier paseo por el pueblo, ya desde el aparcamiento, el interés paisajístico es fulminante, siempre que se pone uno en el puerto frente al pueblo apetece quedarse para siempre observando cada casa y cada gaviota.
En marea baja, la pequeña playa del pueblo, todavía añade un poco más de cromatismo a la estampa de postal.
Aguas afuera, la vista se hace infinitamente atractiva.
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