Tuvimos la sensata idea de darnos un paseo durante nuestro nuestro exilio en La Polina por la Foz de Nozalín, en Sobrescobio, una ruta que desde Agues sube y sube creando un magnífico paisaje.
El pequeño desfiladero se asoma al río del mismo nombre y cuando hay agua como fue el caso de este verano forma grandes saltos.
Pese a tener un acceso muy bueno, y estar hormigonado en parte del tramo, está muy poco frecuentado, al contrario que la senda, paralela, del Alba. Por fortuna a mí me gusta mucho más esta del Nozalín, y no tenemos que soportar muchedumbres.
Las caídas desde las estribaciones del Cullargayos, 700 metros más arriba, son tremendas y tapan el Sol durante parte del trayecto.
La bajada, llegando a Agues, merece la pena por las excelentes vistas sobre todo el valle, con Soto y la Peña Escrita formando un telón de fondo bien guapo.
Al llevar conmigo a un adolescente ejerciendo, era difícil sorprender a ningún animal, pero algunos insectos, seguramente cortos de oído, aguantaron nuestra presencia durante la excursión, como este macho de Calopteryx virgo.
También algunas mariposas, como las pieridae blanquita de la col (Pieris rappae)...
...o la colias mayor (Colias croceus).
Una nymphalidae, la hembra de sátiro común (Hipparchia semele).
En Agues, apetece cada una de las esquinas que nos encontramos.
Muchas de ellas vigiladas por su gato particular.
Uno de los pocos pájaros que se atreve a aparecer en los señoríos de los gatos del núcleo de Agues es el mirlo acuático (Cinclus cinclus), un signo de lo cristalino de las aguas del río, a salvo por la poca querencia gatuna por el agua.
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