Verlas de cerca fue una pasada.
Salvo cuando un idiota en lancha pasó a su lado a toda velocidad, no se movieron del banco de arena.
Fue difícil sacarles una buena foto, entre el movimiento del barco y el suyo propio.
Esta especie monocromática es un terror para los sensores, ya que es difícil sacarle contraste bueno a la imagen, con ese ojo negro mate.
Todas de la subespecie nominal, aunque nos fijamos bien no reconocí ninguna de la mucho más escasa aquí subespecie hrota.
Cuando el barco se quedó en silencio con el motor parado, nos deleitamos con el reclamar continuo de estas barnaclas.
Interactúan mucho, incluso en vuelo se las oía intercambiar sonidos.
Sin duda un lujo ver tantas, tan cerca y tan fácil.
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