Desde luego los más buscados son los correlimos oscuros (Calidris maritima), tan escasos últimamente, aunque ha habido días de este último mes en los que se encontraron hasta 7 ejemplares.
Nada que ver con las decenas que se veían en décadas pasadas, pero comparado con los últimos años, en los que apenas se vieron, no está mal.
Van apareciendo dispersos los ejemplares en las rocas, no es fácil localizarlos.
Siempre van asociados a los vuelvepiedras (Arenaria interpres), que también este invierno vuelven a cifras por encima del centenar, lo que hacía un par de inviernos que no sucedía.
Mucho más "entretenidos" que los escurridizos oscuros, siempre llaman la atención de los paseantes con sus trifulcas.
Sobre todo cuando se ponen al Sol en grupos de decenas muy cerca.
O cuando salen al encuentro de la gente a mendigar.
Bastante más esquivos, pero siempre presentes, los pequeños grupos de correlimos comunes (Calidris alpina), muy móviles por la costa gijonesa.
Con su librea de invierno resultan muy difíciles de encontrar, destacan muy poco entre las piedras.
También una sombra de los grandes grupos que se quedaban a pasar el invierno con nosotros años atrás.
Finalizo con un chorlito gris (Pluvialis squatarola), aunque suelen estar con la aguja colipinta en la desembocadura del río piles, de vez en cuando aparece por las rocas del Rinconín.
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