Pocas veces son titulares de este blog las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), normalmente salen de refilón, detrás de sus primas las gaviotas grandes, como en la anterior entrada.
Y es una pena, porque en realidad, están por Gijón todo el año, son muy tranquilas con los observadores y fotógrafos, y son de gran belleza, por lo que hoy las meto en el equipo titular.
A principios de septiembre, los ejemplares juveniles, caracterizados por su plumaje marrón que salpica diferentes partes del cuerpo, ya van mudando sus plumas, como veis en esta foto.
Estos jóvenes nacidos esta primavera-verano inmediatamente tras salir del nido van perdiendo este plumaje de tonos ocres y renovándolo por plumas nuevas, de color gris o blanco, es decir, pasan a plumaje de 1er invierno.
El ritmo varía según los ejemplares, con algunos ya mudados casi por completo y otros que aún parecen casi pollos.
Los adultos, a su vez, pierden gradualmente sus caperuzas color chocolate que los identifican como reproductores (aunque los 1os veranos también presentan características incompletas de adulto), y por esta época se ven sus cabezas con aspecto desaliñado.
Las que, como estas otras, ya hayan cambiado a plumaje invernal, mucho menos lucido que el de verano, lo conservarán así hasta la primavera que viene.
Hay que aprovechar esta época de cambio para observar, estudiar y tratar de reconocer los diferentes y fascinantes plumajes que se presentan, son, en estas gaviotas, fáciles y muy agradables, a diferencia de las gaviotas grandes, mucho más arduos de reconocer.
El problema de ser corriente, como pasa con otras especies.Por otro lado, si les pusieran anillitas de colores como a las cabecinegras sin duda las pondríamos más jeje...
ResponderEliminarEn todo caso, es una gaviota preciosa.
Sí, yo no paro de ver reidoras anilladas en metal, pero solo una vez una en plástico.
EliminarPues sí Iván, se merecían estar de titular, solamente con el juego que dan cuando todo lo demás ni aparece ya tienen puntos suficientes para esa titularidad. Sobre todo para los del interior, que pisamos el Isabel la Católica dos veces al año, hacen que volvamos a casa con las tarjetas a reventar.
ResponderEliminarSí, los gijoneses estamos mal acostumbrados a que se nos pongan a un par de metros y ni te miren.
EliminarDentro de poco nos comen en la mano...
ResponderEliminarUn día teno que probar, es posible que con paciencia lo hiciesen, pero eso es troquelar, y tiene su peligro.
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