Hicimos en pleno verano una ascensión bastante cómoda al Pico Moro, una tachuela de poco más de 500 msnm pero con unas vistas que hacen que parezca una elevación mayor.
La ruta, como casi siempre nos gusta hacer, fue circular, y salvo un tramo con maleza alta, el resto, apto para todos los públicos.
Al ser una zona muy transformada por el hombre, no había mucha fauna, pero sí numerosas mariposas, por ejemplo la
banda acodada (Hipparchia hermione).
Muy abundante también su prima el
sátiro común (Hipparchia semele).
Muchos ejemplares también de la licena
canela estriada (Lampides boeticus).
No faltó en la cima, haciendo hill topping, una
macaón (Papilio machaon).
En las laderas con helechos, uno de los territorios favoritos de la espectacular libélula Cordulegaster boltoni.
De aves, poca cosa, un
alimoche (Neophron percnopterus) planeando en la ladera.
Y una curiosidad en forma de bandada de
cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), seguramente provenientes de la ría de Ribadesella.
Llegados al alto, una muestra más del buen humor de nuestros amigos montañeros.
Arriba del todo, tremenda vista, empezando por Arriondas, el lugar de origen del buzón de montaña.
Aquí es donde el Moro demuestra su popularidad montañera, ya que desde aquí hay unas panorámicas a la vista de lo más apetecibles, por ejemplo hacia Les Corones y el Fitu...
...o hacia el mar, que se intuye en el horizonte. Una ruta corta pero potente.
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