Recién llegados a la comarca, tiramos en dirección a Castañar de Ibor y de allí al Collado del Postuero, casi anocheciendo ya, para hacer una breve pero estimulante ruta en dirección a los castaños centenarios de Calabazas, mereció la pena el apurón.
La ruta, una vez en la collada, era muy sencilla, y el sendero muy marcado.
Los castaños (Castanea sativa) centenarios imponían sus siluetas y su enormidad ya a lo lejos.
De cerca todavía era mayor la impresión, y eso que estaban sin hijas, en primavera debe ser un espectáculo ver esas inmensas copas.
Caminamos un par de kilómetros por un bosquecillo mixto que nos dejó, además de por los castaños centenarios, un buen inicio a nuestras aventuras de los siguientes días.
Se nos hizo de noche, el Sol cayendo sobre los Ibores, una delicia de estampa.
La Luna nos acompañó hacia Guadalupe, buena compañera de viaje.
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