Aunque no tuve mucho tiempo ni fui tantos días como hubiese deseado, tuve la suerte de acudir en ocasiones en las que el Cantábrico me obsequió con el paso de miles de aves.
Sin duda, los más abundantes y los que más me llamaron la atención fueron los alcatraces atlánticos (Morus bassanus), con picos de casi 3.000 aves a la hora, lo que resultaba en una casi por segundo, un auténtico momento de locura para cualquier amante de las aves marinas.
Otras aves abundantes, los negrones comunes (Melanitta nigra), aunque pasan tan rápido que casi ni los captas y ya se fueron.
Los págalos pomarinos (Stercorarius pomarinus) también pasaron abundantes, tanto en parejas...
...como en pequeños grupos. Sus parientes parásitos no se dejaron fotografiar esta vez.
Los págalos grandes (Stercorarius skua), en solitario y lejanos.
De pardelas, vi cenicientas en pequeño número, y algunas pichonetas en días señalados.
Aunque como siempre lo más frecuente fue ver pardelas baleares...
...y sombrías, que cuando se sedimentan lo hacen en balsas realmente grandes.
Algunos charranes, como el patinegro (Thalasseus sandvicensis) en números moderados.
Y como no podía ser de otro modo, decenas de gaviotas sombrías (Larus fuscus) buscando sus lugares de invernada.
Una gran época para estar a pie de cabos y salientes frente al Cantábrico. Dejo alguna foto más, el año que viene espero estar en la Vaca de nuevo.
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