

Hacia el Macizo central, con Torrecerredo, tampoco desmerecía la vista.

Íbamos por un valle muy suave de pendiente, pegados al Sueve al Oeste.
Ya casi enlazando con la Sierra del Sueve, un magnífico rodal de bosque autóctono, lleno de cantos de los pájaros. A la derecha, el mar y Caravia.
Nuestro objetivo fue llegar a las Cabañas del Bustaco, una maravilla para el relax. Se ve el Cantu a la izquierda.

El Sueve, aunque cercano, lo dejamos para otro día que fuésemos sin niños.

Por el camino, algunas mariposas interesantes, como la naranjitas rabicorta (Cupido argiades).

O la abundantísima níspola (Coenonympha pamphilus).

Los acentores comunes (Prunella modularis) también muy abundantes.


Bajamos atravesando los atractivos rodales de repoblación de pino silvestre.

Un último vistazo a la Peña Santa, qué maravilla de paseo.

Sencillo, sin pérdida y con grandes alicientes, un paseo bien fácil y bien prestoso.