Nos quedamos de piedra César y yo cuando en una salida por el parque fluvial del Piles, en Gijón, vimos en una isleta del río una tremenda y hermosísima calabaza, solitaria, colgando.
Investigando un poco, se trata de la calabaza de cabello de ángel (Cucurbita ficifolia), bastante resistente al frío y cultivada desde sus ancestros en los Andes para hacer dulces. Me imagino que la planta enraizó en la isleta y se las arregló para trepar, captar la luz a través de los alisos, florecer y obtener un único pero enorme fruto. Curioso.
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