jueves, 2 de junio de 2016

Censando el SACRE por el Cabo Busto

Ganas tengo de hacer la segunda visita, porque la primera fue muy interesante.














Ya desde el principio, aves de campiña muy interesantes, como los ya escasos en muchos lugares escribanos soteños (Emberiza cirlus).












Más infrecuente todavía verlos en pareja tan tranquilos, en época tan ajetreada, la de cría.













Los parapetos vegetales combinados con pradería son un hábitat excelente para muchos paseriformes.










Uno muy abundante aquí es el bisbita arbóreo (Anthus trivialis).












Totalmente puesto a la labor amorosa.














Aunque a los acentores comunes (Prunella modularis) les gusta más el matorral costero, pegado al acantilado.












Tan serios que parecen, y con un canto tan dulce.











Otros algo más escurridizos por el matorral, los pardillos comunes (Carduelis cannabina).










Al contrario que la amistosa tarabilla común (Saxicola rubicola).












Por las casas, lleno de gorriones comunes (Passer domesticus), aquí en los pueblos todavía abundan, pero ni rastro de sus primos los molineros, es muy preocupante.









Me sorprendió cómo han avanzado los cultivos de especies ornamentales, con muchos viveros, y auténticos bosquetes de arces japoneses o camelias (Camelia japonica).








Todo muy zen...las camelias "made in Valdés" son una seña de identidad luarquina desde hace décadas.










Aquí disfrutaban "como verderones" los verderones comunes (Chloris chloris).













Y los jilgueros (Carduelis carduelis).









Aprovechaban las tierras de labor las mucho más escasas que en invierno lavanderas blancas (Motacilla alba).










Y en los pinares, otro montonín de especies.












En ramas y demás posaderos, córvidos, como los arrendajos (Garrulus glandarius)...













...o la corneja negra (Corvus corone).













Y en los bordes del bosque, un hábitat muy rico para otros pájaros, como los pinzones vulgares (Fringilla coelebs).









No podían faltar los reyes de la caza al acecho desde una rama, los papamoscas grises (Muscicapa striata).












Termino con una de las reinas del lugar, encontrando todavía en las viejas casas y cuadras un lugar donde criar, la golondrina común (Hirundo rustica).








Sin duda el Cabo de Busto es un lugar estupendo para ver aves.

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