Aunque ha sido una primavera mala para los paxarinos en mis censos, algunas especies se salvan e incluso se prodigan, tal es el caso del acentor común (Prunella modularis), que está tomando al asalto gran parte del litoral gijonés, adentrándose poco a poco, año a año, en zonas cada vez más urbanizadas.
No es de extrañar, porque es muy sigiloso, su plumaje hace que pase muy desapercibido, y sin embargo, no es nada tímido.
En efecto, no es de las aves que se acerque con curiosidad, pero si nos movemos lentamente y somos pacientes, no es huidizo el amigo modularis.
Aunque cuando de verdad se disfruta no es en la quietud, si no en la algarabía de los grupos familiares que se ven a partir de estas fechas, que son un espectáculo para la vista y el oído, con una fuerte interacción entre individuos, y el mejor momento para comprobar su bonito canto y los frecuentes reclamos.
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