Pude comprobar in situ lo que pasa cualquier rama de este gigante, el estruendo debió ser tremendo.
Por desgracia esta zona se quedó fuera de la protección del Botánico, y mientras que en el Jardín Botánico los ejemplares espectaculares de roble lucen espléndidos, los de esta zona están empeorando o muriendo a ojos vista.
La zona está muy machacada por los visitantes, las raíces muy pisoteadas, el terreno compactado y seco, no hay ningún sotobosque, y los usuarios usan los árboles como juego, tirolina, hamaca...
Es una pena porque estas carbayedas adehesadas tienen unos árboles que son historia viva del concejo, y ahora que la zona en la que están ya no es rural, si no plenamente urbana, rodeados de urbanizaciones por todas partes, cada uno de estos titanes que cae es una pérdida irreparable.
Censo desde hace una década este bosquete, y es evidente la pérdida de biodiversidad de año en año, lo que da que pensar respecto al empobrecimiento general de la campiña gijonesa y lo poco que la valoramos.
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