Saliendo de la playa de Franca, ocupada de bañistas de manera masiva, fuimos pasando primero por la Cala del Oso, la rocosa playa del Vivero y finalmente llegamos a Mendía. De allí a Cuevas Coloradas, ya estábamos alucinados por las playas virtuales que estábamos viendo, y que desaparecerían en cuanto subiese la marea.
No recomiendo adentrarse en tan placentera aventura nada más que con grandes mareas bajas, y habiéndose informado mucho antes sobre los horarios, ya que, aunque el paseo en sí es fácil para cualquiera con condiciones físicas normales, en caso de pillarnos la marea alta, la situación puede ser fatídica, ya que hay un par de pasos muy cerrados y sin opciones de escape.
Dicho esto, ya en Mendía / Bendía (lo he visto escrito de las dos maneras), tenemos a la vista una de las mejores playas desiertas de Asturias, enormes en marea baja y solo para nosotros.
Con la Punta Cebollera cerrando este anfiteatro, Mendía es sin duda un placer para los sentidos.
Y llegamos al final, a Cuevas Coloradas, donde pudimos explicar la gran diversidad geológica y paisajística de este tramo final.
Dada la imposibilidad de subir por los acantilados de Cebollera sin conocimientos de alpinismo, y dada su peligrosidad, optamos por lo más prudente, que es echar unas cuantas fotos, aspirar el aire cargado de libertad, y encaminarnos de nuevo hacia La Franca. Fue grandiosa esta excursión.