

La especie no solo resiste en Gijón si no que parece que lentamente, pero se expande.

Estando donde están, ya era casi un milagro que hubiese un par de parejas anidando con éxito, pero en los 3 últimos años se van añadiendo nuevos nidos cada nueva temporada.

Sin contar los posibles nidos que pudiese haber del lado de la mar, solo visibles desde un barco, pude contar 7 nidos, todos con clara actividad reproductora.

Como siempre sucede con esta especie, en algún nido estaban incubando todavía, mientras en otros los pollos eran ya casi tan grandes como sus padres.

Me alegro infinitamente por estos cormoranes tan machacados y tan cerca ya de extinguirse en Asturias.

Dado el sedentarismo tan fuerte que demuestran, espero que los muchos pollos de esta temporada se queden cerca y aumenten las cifras tan menguantes en el Cantábrico. Sería una gran noticia.