viernes, 5 de enero de 2018

Porrón acollarado y silbones americanos: Bien pero lejos.

No todos los días se ven 2 especies nuevas de ave, y eso es un alegrón, pero los vi tan lejos y en tan malas condiciones atmosféricas que el disfrute fue menor de lo esperado.




A la porrona acollarada (Aythya collaris) la vi enseguida, ya que no paraba de zambullirse, y la combinación de colores es sencilla de distinguir de cualquier otra especie de porrón.





Sin embargo, las condiciones aquella mañana de diciembre en la ría del Eo eran malas, con lluvia, niebla y al menos 400 metros entre los patos y yo, así que se hizo lo que se pudo al telescopio, y con la cámara ya fue casi heróico sacar algo medio decente.







La acompañaba un macho de porrón moñudo (Aythya fuligula), y era tal la distancia que mantuve la duda de si sería macho de acollarado hasta que consulté con amigos que habían estado en mejores condiciones y me confirmaron que era macho de moñudo.



Os dejo un cutrevídeo de estos 2 porrones.















Los silbones americanos (Anas americana), pese a ser de mayor tamaño, y, al menos los machos, más llamativos, estaban todavía más lejos, así que costó un montón localizar a los 2 machos y 2 hembras.


Los machos, con la gran franja verde y la corona blanca pura eran fáciles de seguir, pero las hembras aunque acababas de hacerte a su cabeza grisácea, más que nada por comparación, no eran a esa distancia tan sencillas de localizar.




A esto se unía la gran cantidad de silbones europeos (Anas penelope), por encima de los 50, que rodeaban al cuarteto forastero, haciendo complicada la identificación.







Había además una media docena de ánades frisos (Anas strepera) y rabudos (Anas acuta), y unos 30 azulones (Anas platyrynchos).
Es fácil ver a los 4 silbones americanos en estos 2 vídeos que os traigo.











La calidad, como veis, brilla por su ausencia, es lo que se pudo hacer.














A las que pude ver al lado fue a las 10 espátulas (Platalea leucorodia), acompañadas de algunas garcetas comunes (Egretta garzetta), y de una garza real (Ardea cinerea).









En resumen, mereció la pena el viaje y el madrugón, pero se hubiese agradecido mejor climatología y mayor acercamiento de estas anátidas.

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