domingo, 14 de mayo de 2017

Unos días por Berlín: Primer día por la tarde

Después de la mañana tan agradable, nos zampamos un currywurst y una grosses bier (caerían unas cuantos de ambos en el viaje) y seguimos alrededor de la isla de los Museos.
Me agradó ver que los berlineses escapan a los parques en cuanto sale el Sol. Aquí en España ver a la gente en los parques parece que es algo a extinguir, y sentarse en el césped, por desgracia, con tanta porquería de perro con dueño irresponsable es poco menos que imposible. Sin embargo en Berlín es norma común.

Como ejemplo, el James-Simon Park, con una excelente vista de la Berliner Dom.











La Berliner Dom, una gran catedral que sorprendentemente es de culto evangélico, no católico, aunque su riqueza de fachada neobarroca hace pensar lo contrario.
















Intentamos entrar, pero al ser domingo nos resultó imposible.
















Como tantos otros edificios, fue castigado por la IIGM, y sólo hace 20 años que se reconstruyó por completo.






















Es centro neurálgico y referencia de un montón de rutas interesantes, desde esta fachada de la foto parte el paseo del Unter den Linden, que no completamos porque los peques estaban reventados, aunque llegamos a visitar parte de este grandioso boulevard y la sede de la Universidad Humboldt.









Comparte esta catedral espacio con el Altes Museum, el más antiguo de la isla de los Museos, no lo visitamos, pero admiramos el edificio.













El conjunto, con un precioso parque, lleno de gente disfrutando de la primavera berlinés, nos animó a echarnos una buena siesta, fue un día bien largo, casi 20 kilómetros lo que recorrimos...

...y es que veníamos también de patear la famosísima Alexanderplatz, que a mí no me gustó nada, flanqueada de restaurantes de comida rápida y con una fauna urbana definitivamente a evitar. Mucho más agradable fue caminar bajo la sombra del Berliner Fernsehturm, en cristiano, la Torre de la televisión, el 4º edificio más alto de Europa, y el más alto de mundo hasta 1.989, una brutalidad de 30.800 toneladas que se ve desde todo Berlín, pero que extrañamente no desentona en el paisaje colindante.













Mucho más accesible visualmente es la St. Marienkirche, la traducción es obvia. Del siglo XIII, sobrevivió a la Reforma Luterana, transformando su credo, para sobrevivir de nuevo, con muchas dificultades, a los bombardeos finales de la IIGM. Hoy en día luce perfectamente después de varias restauraciones.












El rojo del ladrillo volvemos a verlo en el Rotes Rathaus, el ayuntamiento rojo, con varios sentidos, ya que este edificio fue construído a mediados del S. XIX a imitación de las torres renacentistas del Norte de Italia, donde también abundan estos edificios de este color. Después, tras la IIGM, fue el ayuntamiento del sector soviético de Berlín, lo que encaja con el color...hoy en día sigue siendo el ayuntamiento del Berlín unificado.
El conjunto de este edificio con la Fuente de Neptuno es una estampa típica de este sector.


Nos fuimos al Hotel después de degustar en el sector oriental más típico, gracias a nuestra guía familiar, que nos obsequió con una cena típica alemana, y caímos rendidos, menudo día.
Lo que os pongo es como la mitad de lo que vimos, pero no tengo foto de todo...
Por cierto, el hotel, como muchos bed & breakfast alemanes, impecable, con sus bicis, su patio con parque central (foto) y su superdesayuno...¡pero qué precios! Berlín es caro, muy caro.















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