domingo, 7 de mayo de 2017

Festival del fuego en el Mazucu

La media montaña que hay en los alrededores del bonito pueblo del Mazucu, en Llanes, me encanta, pero me disgustó mucho ver en qué se está transformando el paisaje de este concejo gracias al fuego.


Sigo sin entender los posibles beneficios del fuego en lugares como estos, en los que el fuego continuo ha erosionado tanto las laderas que lo que queda es una mínima y raquítica capa de hierba y la roca madre debajo. Y en todo caso, se prende fuego en pendientes en las cuales es imposible que paste ganado alguno, y el matorral ya no puede arraigar porque las lluvia se llevan ladera abajo la tierra, en definitiva toneladas de nutrientes generados durante miles de año que se van al mar río abajo. Todo tan negro como la foto.

Acabo de volver (precipìtadamente) del interior de Lugo, y me encontré un paisaje ganadero muy distinto en el que se alternan praderías gigantescas con bosques bien hermosos, y entre ellos hay una orla de matorral, brezal y tojal que se infiltra de abedul, hasta que el abedul toma al asalto este terreno y desaparece el matorral para formar nuevos bosquetes abiertos. Sin dudarlo, un paisaje mucho más variado, más rico en variedad ambiental, y no creo que se pueda tachar a la ganadería de la provincia vecina de poco eficiente. Con esto quiero decir que hay otras maneras de compatibilizar los muy necesarios productos y empleos de la economía ganadera con el disfrute del paisaje y con la conservación de unos ecosistemas vivos. No hay paisaje más deprimente que el quemado, y con dar la vuelta a la cabeza y mirar hacia el lado no quemado, hacia la costa de Llanes, vemos el contraste. Mucho mejor, ¿verdad?

Subiendo a los Llugarolos, un paseo muy agradable, reflexionábamos sobre lo bien que quedaría el paisaje asturiano si se hiciese una moratoria del fuego en determinado concejos arrasados desde hace décadas. Parece que no, pero mirando alrededor casi no quedaba una sola ladera que no hubiese sufrido la quema en la última década, y la vista era muy amplia. Tal es la frecuencia y la tolerancia hacia el fuego en Asturias que casi hemos acostumbrado el ojo a este paisaje artificial de montañas calvas y ralas. Ya nos parece normal no ver vegetación en la montaña.

Cabe la disculpa (medias verdades) del predominio de la caliza, que evita la formación de bosques, pero es sólo media explicación: después de tanto fuego el suelo ya no soporta la vegetación, estamos desertizando Asturias, no nos damos cuenta, y esa interiorización forzada de un modelo de paisaje no deja de ser un gran síndrome de Estocolmo (como con la contaminación, sin ir más lejos) que bajo el paraguas del paraíso natural nos ciega: debería haber bosques, matorral, prados, todo cabe, todo tiene su función. A lo que vamos, por este camino, es a montañas resecas, laderas peladas, raquíticos prados y a la negrura total: ni turismo, ni vacas, ni nada. ¡menudo negocio estamos haciendo!



2 comentarios:

  1. Hola Iván,
    en la provincia de Leon pasa lo mismo, se quema todo a diestro y siniestro, cunetas. li des, lagunas, bosques, sembrados,....nadie es capaz de pararlo, y con esta impunidad cazadores, ganaderos, agricultores y desaprensivos están machacando el medio natural.
    Basta ya!

    Un Saludo desde León

    ResponderEliminar

Me encantan tus comentarios, y además los necesito, pero para evitar los ataques de orcos, trols y pesadiellos, me veo obligado a moderar. Si formas parte de la buena gente, tu comentario saldrá seguro.