domingo, 31 de julio de 2016

Playas deliciosas: Los Molinos de Barcia

Poco antes de marcharnos de vacaciones probamos suerte a ver si conseguíamos bajar a una playa a la que hace años que tenía echado el ojo, y esta vez lo conseguimos.

Fue un auténtico placer que disfrutó toda la familia, ya desde la salida, al Este de Barcia, por un pequeño pero agradable paseo, y esta vez, sin peligro alguno en la bajada del acantilado.











Una vez abajo, aprovechamos la marea baja para caminar más de un kilómetro de arena exquisítamente limpia y de un mar transparente como pocos, con una zona de baño completamente exenta de rocas, ni hecha de encargo.













Caminando hacia el oeste, pudimos encontrar una cascada de aguas gélidas que erosionaba la roca como un púlpito, lo que se unía a la erosión de por sí tremenda del mar para crear cuevas y depósitos de piedras de muchos metros de espesor.







Las vistas hacia el Este, con el Cabo Busto en todo su esplendor, de quitar el aliento.

Al haber marea baja, las rocas al aire dejaban un sinfin de pequeñas pozas llenas de vida que hacen las delicias de los espíritus curiosos.

En fin, una auténtica gozada, en completo silencio (salvo por los pollos de gaviotas patiamarillas y colirrojos tizones) y una soledad que se agradece en pleno verano, lejos de las multitudes que maltratan el paisaje en la mayoría de la costa asturiana por estas fechas.


miércoles, 13 de julio de 2016

Campiñas invisibles

Invisibles porque parece que no vemos la enorme biodiversidad que aportan las campiñas asturianas, yo me he dado cuenta censando esta primavera que las campiñas bien conservadas, ya sea en zonas periurbanas o en media montaña, multiplican la capacidad de acogida de especies de aves, especialmente de aves tímidas y que necesitan un buen hábitat pero también una buena cobertura natural de protección. Os pongo varios ejemplos muy diferentes:

Aquí cantaba la codorniz (Coturnix coturnix).

Aquí cantaba el torcecuello (Jynx torquilla).

Aquí cantaba la buscarla pintoja (Locustella naevia).

domingo, 10 de julio de 2016

Por las Brañas del Xorru

Si tengo que apuntar un lugar como sorpresivo en la realización de las cuadrículas del programa SACRE de la SEO, diría que las Brañas del Xorru, en Grao, ha sido el lugar donde más aves me he encontrado sin esperar encontrármelas.









Unas brañas muy bien conservadas, con varios tipos de ecosistema, con pinar de repoblación, manchas autóctonas de frondosas, prados, tojares, y algunas explotaciones ganaderas extensivas, una combinación muy buena para especies como el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).










2 territorios colindantes con reproducción asegurada, todo un éxito para una especie en regresión en Asturias.









Muy abundante también el bisbita arbóreo (Anthus trivialis).











No me esperaba encontrar aquí al herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), pero lo vi en varios grupos, y atendiendo a más de un posible nido.








¡Qué peligro anidar al lado de los alcaudones!






Y no sólo ellos, también varias rapaces como gavilán común, azor y este halcón peregrino (Falco peregrinus) patrullaron en algún momento la zona.














No parecía importarle demasiado a la familia de tarabillas comunes (Saxicola rubicola) residente.







Ni al zarcero políglota (Hippolais polyglotta) que no callaba ni un minuto.












Infinitamente más discreto en sonido, pero no evidentemente en plumaje, era el camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula).








Alguna pareja suelta también del escribano soteño (Emberiza cirlus). A su primo el cerillo lo vería más tarde, en Santa Cristina.
















Un valioso dato de papamoscas gris (Muscicapa striata), que no estaba registrado en el anterior atlas.







Y termino con un curioso trío de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) que no me esperaba aquí.






Aparte de estas chovas, varias especies más que no me esperaba aquí registrar esta primavera como la perdiz roja, la oropéndola, el torcecuello y alguna más: un lugar en definitiva magnífico.

viernes, 8 de julio de 2016

Pájaros por el Grande de Vío

Cubriendo la cuadrícula del Atlas me desplacé a la Sierra del Pedroriu, a caballo entre Grao y Belmonte, para hacer una buena pateada y confirmar especies. Fue buena idea porque salieron algunas muy curiosas.















Pude confirmar, y muy abundantemente, la reproducción de la alondra común(Alauda arvensis).











Afortunadamente dentro de su declive general, eran también varios los territorios de cría de la curruca rabilarga (Sylvia undata).












Los escribanos montesinos (Emberiza cia) también se dejaron ver en buen número.













Del que no pude confirmar reproducción, aunque estaba en un área potencialmente favorable, era del alimoche (Neophron percnopterus).









Y claramente de paso en busca de comida, un trío de buitres leonados (Gyps fulvus) pasó a baja altura.


miércoles, 6 de julio de 2016

Gallinetas de segunda generación

Me quedé muy sorprendido viendo un comportamiento que nunca había visto en el Parque Isabel, con una gallineta común (Gallinula chloropus) joven, pollo de este año, alimentando a una supuesta hermana mucho más joven, posiblemente de una segunda puesta.









No conseguí captar justo el momento en el que le proporcionaba trocitos de materia vegetal, pero en mi desconocimiento del tema, tentativamente, es lo que se me ocurre.











Está siendo una buena temporada de cría también para la focha común (Fulica atra), con algunas parejas que también están sacando segundas puestas.

lunes, 4 de julio de 2016

Carboneros en mano

Antes que preguntéis dónde, es sencillo: Parque Isabel de Gijón, era fácil.

















Fue casual y no es que no me lo esperase, porque había oído hablar de cómo el mucho contacto con la abundante colonia de fotógrafos de naturaleza locales habían ido troquelando a los carboneros comunes (Parus major) para hacerse unos buenos posados.






Pero en este caso, sin planificación ninguna, con unas galletas del mercadona de la merienda de mi hija, fuimos tentando a estos pajarillos y se posaron en la mano de mi hijo el mayor sin un ápice de miedo por su parte.















Iban y venían al nido que tienen a escasos metros de distancia.










Mi hijo sabe de lo importante del silencio y el respeto por los animales para conseguir su cercanía, y por supuesto no hizo el más mínimo movimiento mientras el carbonero común disfrutaba de unas calorías de recompensa.










Lo que no me imaginaba ni por lo más remoto era que este otro vecino se sumaría al festín.













Pero contra todo pronóstico el carbonero garrapinos (Periparus ater), que también cría aquí en este parque, también se sumó al festejo.
















Con total despreocupación y una gran voracidad.








De hecho, hizo más viajes a "repostar" que su primo el mayor.












Teniendo en cuenta que mi hija de 3 años estaba intentando hacer lo mismo "a su manera" y montando una buena escandalera...buena paciencia tuvieron.






Menuda pitanza.











Por probar, porque el día estaba para ello, tentamos a los gorriones comunes (Passer domesticus), que se conformaron con seguir siendo prudentes y quedarse con las migas que se les caían a los carboneros. Lo de este parque es para escribir un libro...