miércoles, 28 de octubre de 2015

Los últimos de paso: Cabu Peñes

A principios de octubre, en varias visitas al Cabu Peñes, pude ver la transición entre los últimos migrantes que descansaban de paso por Asturias camino del lejano al Sur y los invernantes que llegaban a Asturias para quedarse a pasar el invierno. Los primeros, ya escaseaban, los últimos, empezaban a llegar.


También, por supuesto, había algunos sedentarios. Como este busardo ratonero (Buteo buteo), al que pasa por encima un seguramente migrador hacia el Sur juvenil de aguilucho cenizo (Circus pygargus).















Decenas de mosquiteros, alguno como el ilustre mosquitero bilistado (Phylloscopus inornatus) me resultó imposible fotografiarlo en condiciones, aunque sí lo disfruté muy cercano, y me quedé con su canto para la próxima vez.










Otros menos difíciles de fotografiar pasaban en escaso número, los últimos mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus).












Y llegaban muchos pero que muchos mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita), serán el trino más fácil de identificar aquí durante todo el invierno con su chiff-chaff.










Otros que descansaban retrasados en su migración a África eran los papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca).








Muchos miles de los casi 40.000.000 de ejemplares que se le calculan en Europa habrán pasado por aquí.











Centenares de palomas torcaces (Columba palumbus) llegan para quedarse y unirse a las locales.








En los cultivos hay alimento y descanso para todas las aves que llegan aquí para parar horas, días o semanas, pero quienes más lo agradecen son los fringílidos.









Tantos que se hace raro ver aislados a ejemplares de jilguero (Carduelis carduelis)...











...y no digamos de los farrulleros y cantarines pardillos comunes (Carduelis cannabina).








Frente al Cabu Peñes, miles de gaviotas se sedimentaban en balsas, descansando en su periplo hacia las costas del Norte de África.










Aunque centenares de ellas se quedan aquí y no siguen en su avance hacia el Sur.













Un poco más arriba del acantilado, los primeros y abundantes bisbitas pratenses (Anthus pratensis) echan sus primeras horas del invierno con nosotros escondiéndose y descansando, el viaje ha sido duro.












La silueta del gavilán (Accipiter nisus) anda cerca, y sería una pena un viaje tan largo para caer en el primer lance.









Otros, como el sedentario herrerillo común (Cyanistes caeruleus) recurren al ramaje para protegerse.












Los estorninos negros (Sturnus unicolor) recurren a su número y una vigilancia muy estrecha para pasar el invierno en Peñes sin sufrir demasiadas bajas.







El cistícola buitrón (Cisticola juncidis) reza para que no sea un invierno duro, lo pasan muy mal en estas condiciones.















Peor futuro tiene el faisán vulgar (Phasianus colchicus), al que la caza, que lo soltó aquí, volverá a por él en cuanto pueda. Aquí, en su faceta habitual de bola de plumas levantada sin que uno se de cuenta, casi tanto susto para observador y observado.






Ajenas a todo, las sedentarias tarabillas comunes (Saxicola rubicola) siguen tan curiosas como siempre. Tanto el macho...












...como la hembra, nunca andan muy lejos una de otra.











Y con el paso de las últimas migratorias, y la llegada de las primeras invernantes, comienza la temporada d invierno, la época más larga, el tiempo de la corneja negra (Corvus corone).






lunes, 19 de octubre de 2015

Vacaciones 2015: Lorca.

Termino la serie vacacional con una visita muy especial que hice al amanecer a Lorca, en Murcia, la hace a las 7 de la mañana, un horario muy extraño para hacer turismo, pero es que literalmente el asfalto ardía a 40ºC desde el día anterior, y subir las calles de esta ciudad con ese calor no era algo que me apeteciese, así que llegué con la fresca, mereció la pena.








Como ya sabréis Lorca es una ciudad llena de monumentos, especialmente religiosos, que dejan bien a las claras la importancia histórica que tuvo ya desde la época árabe en España, con un punto álgido de la construcción de iglesias y palacios en el barroco. Por desgracia, hace un lustro sufrió un gravísimo terremoto que destruyó parcialmente su patrimonio, y años después, aún impresiona ver los destrozos.

Ya desde el principio del recorrido, en el conjunto monumental de la Iglesia de Santo Domingo (S. XVII-XVIII) se ven los impresionantes zarpazos del seísmo.












La Colegiata de San Patricio, todavía con grúas alrededor.

















Una maravilla con mezcla de renacentista y barroco, tiene aires de catedral, y las portadas son un placer para la vista.














La torre-campanario, en azulejo azul en su ápice, destaca desde la mayor parte de la ciudad.












Domina la Plaza de España, un lugar precioso a las horas a las que yo la paseaba.














Justo al lado, el Ayuntamiento, más barroco, aunque con un punto extraño, fue cárcel con anterioridad.









Subiendo hacia el Castillo, barrios populares, por no decir otra palabra, da pena pasear entre edificios tan señoriales y que existan infraviviendas a escasos metros.
















Esta foto tiene historia: Se trata de la portada, brutal por hermosa, del Palacio de Guevara, barroco civil en toda su extensión. Al lado mismo había una reyerta bastante tensa entre la policía y un grupo de ciudadanos pidiendo trabajo y casa para vivir, y me pareció violento sacar un equipo fotográfico que pudiese ser confundido con el de un periodista, así que tiré de móvil.









Lo mismo muy cerca, en la Iglesia de San Mateo, no me atreví a cargar con el camarón. Se ve fácil la transición "a tirones" entre barroco, renacentista, toques neoclásicos, normal porque se tardó más de 2 siglos en rematar.










Esta Iglesia no es que aún esté afectada por el terremoto, la deformación la causa mi objetivo, que no es desacoplable, y al hacer la panorámica queda fatal. No obstante, la Iglesia de Santiago de Lorca (se ve el escudo de la Orden claramente), ha sufrido tantos y tan repetidos terremotos, incendios, demoliciones y reconstrucciones, que sería un desatino hablar de estilos o fechas de construcción, realmente la Historia se ha ensañado con este edificio.






Parecido destino para la Iglesia de Santa María, que ha sufrido grandes daños, aunque ya hace décadas que esta iglesia estaba abandonada. El gótico que presenta hace que conserve un aire de orgullo pese a todo.









Vuelta al coche, me dirigí hacia el Castillo de Lorca.

















Enorme, tanto el castillo como mi decepción.












El madrugón me alivió del calor pero no de los horarios funcionariales del monumento. Como funcionario que está en su despacho a las 7:30 me resultó frustrante que abriesen tan tarde, y no tenía ganas de esperar más de un hora, sin sombra, a que me dejasen entrar, así que poco más que ver que la Torre Alfonsina.










Nada menos que del S. XIII, la mandó construir Alfonso X El Sabio, y dominó durante toda la Edad Media las conquistas y reconquistas cristianas del Sureste de España.


La otra torre, la del Espolón, se cayó parcialmente también en el último terremoto.








Una pena no haber podido entrar, es uno de los castillos más grandes de España, cualquiera que se desplace desde Murcia hacia Almería podrá ver su gran superficie desde kilómetros a la redonda, normal, porque está en un cerro que domina toda la planicie a su alrededor.










Quizás en otra ocasión, a ser posible visitando el castillo en compañía, no en soledad y furtivamente, y con parada y fonda en el precioso Parador Nacional que se ha construído aquí.
















En fin, los vencejos subían y subían, como el Sol en el cielo, y huí de aquel calor satisfecho de mi turismo de madrugada.













martes, 13 de octubre de 2015

Vacaciones 2015: Cartagena

Hicimos una escapada a Cartagena que nos prestó mucho, aunque sufrimos bastante el calor del mediodía. Sabíamos que teníamos poco tiempo, y fue una pena porque quedamos con ganas de más ya desde la salida frente al Ayuntamiento.















Justo enfrente está la entrada a las ruinas romanas, toda una sorpresa con una buena cobertura museística dentro de un edificio que no te hace imaginar lo que tiene detrás, y que te va preparando para...

Nos impresionó el Teatro Romano, la amplia galería y el acceso tan particular, atravesando una iglesia, lo hacen diferentes de los otros edificios de las mismas características que habíamos visitado en España e Italia, es muy original.

Desde allí seguimos ascendiendo penosamente (íbamos con sillita infantil y un montón de trastos) al castillo de Cartagena, desde donde mereció la pena la caminata por las excelentes vistas del Casco Antiguo de la ciudad.

La ciudad en sí me pareció preciosa, muy caótica en cuanto a su distribución sobre el mapa, pero muy paseable e interesante, la gente majísima y la gastronomía, muy barata y de calidad. Para repetir, además estábamos disfrutando del Museo Nacional de Arqueología Subacuática cuando una repentina indisposición nos hizo tener que abandonarlo, una pena porque era interesantísimo.

En fin, terminamos nuestra escapadina visitando la extraordinaria Bahía de Cartagena, una ensenada especialmente interesante para dar acomodo a un enorme puerto con muchas funciones diferentes, se nota que Cartagena tiene mucha historia, la ocupación sucesiva de la ciudad hace de ella una delicia para los que nos gusta la historia naval, porque en el desarrollo de su puerto va escrita su historia más íntima.

En definitiva, se nos quedó muy corta la visita. Volveremos.

lunes, 12 de octubre de 2015

Vacaciones 2015: Sierra Espuña

Decidimos refugiarnos del sofocante calor almeriense con una excursión familiar a Sierra Espuña, en el corazón de Murcia, la idea fue muy refrescante, aunque nos falló la planificación: pretendíamos subir hasta el Cabezo de Espuña, una peña inmensa con unas vistas tremendas, pero la carretera que sube hasta la zona desde la que se asciende estaba cerrada más tarde de las 18 horas (lógico para protegerse de intromisiones, fuegos y demás peligros humanos). No lo sabíamos, y llegamos justo para echar un par de fotos lejanas de la gran montaña.










Entramos desde las Alquerías, al Oeste de la Sierra, y la bordeamos de Oeste a Este, un paseo en coche ya merece la pena, la carretera se las trae (vomitona incluida de los chiquillos en fin) pero las vistas según se asciende, y sobre todo cuando se desciende hacia Totana, al Sureste, impresionan.

Teniendo en cuenta que es la masa forestal más grande de Murcia, y que no andan sobrados de árboles en esta hermosa tierra, la presencia continua que vimos de dotaciones de bomberos, guardas y SEPRONA no está de más. En su día se plantaron los pinos de uno en uno, cuesta creerlo, por iniciativa del ingeniero de montes Ricardo Codorniú. Desde el mirador del Collado bermejo, a más de 1.200 msnm, la panorámica es puro verde, no parece estar en Murcia, por la frescura del manto vegetal y por la diferencia de temperatura con el valle. En esta foto, la vista es hacia la Umbría de Peña Apartada.

Hacia el oeste tampoco desmerece la vista hacia el Barranco de Enmedio.

En el cielo, una pareja de águilas reales (Aquila chrysaetos) firman con su presencia el vigor de la fauna de este parque natural.










Aunque me hubiese gustado encontrar a los arruís (Ammotragus laervia), la hora no era la mejor, y me conformé con encontrar sus rastros en forma de abundantes excrementos.
Esta cabra montesa oriunda del Sáhara se ha adaptado tan bien, que ha desbordado la Sierra de Espuña e invadido las sierras más desérticas de las provincias del levante de España, aunque cazadores e ingenieros de montes siguen defendiendo su presencia, los daños que causan en la agricultura y a la vegetación silvestre son tan grandes que ya hay planes para su erradicación, ya que ni siquiera económicamente es rentable su caza. En todo caso, es una especie tan polémica que ha creado un auténtico corpus de estudios a favor y en contra.

Aunque la base del parque regional son los pinos, hay especies muy agradables de comer para el arruí que no se libran de su ramoneo, como el enebro albar (Juniperus oxycedrus badia)...











O el lentisco (Pistacia lentiscus), que deberían recolonizar la sierra y devolverle su esplendor de antes del siglo XIX.










Después seguimos camino hacia el área recreativa de la Fuente del Hilo, un lugar en el que se nota el trasiego humano, pero que cuenta con un buen paisaje y una notable cobertura arbórea.

El anonimato lo aprovechan los jabalíes (Sus scrofa) para alimentarse con el crepúsculo de los restos de comidas que activa o pasivamente dejan los turistas.









No sé hasta que punto es bueno que interaccionen con los humanos, pero desde luego, es simpático.












¡Volveremos otro año con más tiempo a esta joya de la naturaleza!