sábado, 2 de noviembre de 2013

Mi pequeño gran viaje a Galicia (IX): Burela (1): Gaviones que dan miedo.

Como sigue: me había avisado Antonio que en el puerto de Burela sedimentaban gaviones atlánticos (Larus marinus), y en pleno invierno, delicias en forma de gaviotas blancas. Y de nuevo, dicho y hecho.













En uno de los límites del puerto, con el gran espigón al fondo, había 3 gaviones atlánticos, y unas cuantas gaviotas más, ninguna anillada, pero prestosas igual. 
Y en las naves adyacente, cientos de gaviotas patiamarillas y sombrías (Larus michahellis / fuscus), que de nuevo no iban cargadas de anillas, como a mí me hubiese gustado.




Alguna, como esta, cercana y nada melindrosa.














Pero todo el disgusto se curó al poder disfrutar a gusto de 3 gaviones, los 3 de diferente edad. 














A cortísima distancia, y en todo su poderío, el gavión apareció, un 1er invierno, de aspecto robusto pero levemente delicado, para los estándares de la especie.










En todo caso, una maravilla hecha gaviota.












El otro gavión, el de portada, también  inmaduro, mayor y con la cara de maleante que a mí me gusta en la especie, era ya un 2º invierno, y este sí que ya entraba en todos los cánones de mala pinta.










Una gran suerte el poder estar un buen rato tirando fotos a placer, y tan chulo el tío que a veces paseaba delante de mí y tenía que echarme atrás para meterlo en el encuadre, una salvajada.









Lo que tiene que ser este lugar en pleno invierno y con temporal, ay mamina.











Justo cuando más cerca estaba se me pone a contraluz, cachis.















Se hizo lo que se pudo.






Finalmente, el que ya tenía una pinta monstruosa, era el casi adulto (por tanto negro en el pico yo creo que es un 4º invierno), que no se dignó a subir al cemento, pero estaba casi igual de cerca, magnífico.








Esperamos un buen rato por si se animaba (hubiese sido de escándalo), pero no hubo suerte.










Cuando ya me planteaba utilizar a mi santa esposa de cebo y pedirle que enseñase algo de chicha para que el gavión subiese a tierra atraído por la visión de sus lozanas carnes, llegó un cormorán grande (Phalacrocorax carbo) con un sargo en el pico, y ya se fastidió todo, acabó la cosa con el cormorán escapando por su vida, el sargo vuelta al agua, y el gavión en la otra punta, ¡vaaaaya!




En todo caso, mereció mucho la pena, me encantó estar en territorio gavión por cerca de una hora.

3 comentarios:

  1. Realmente imponente el último gavión, menuda gozada de sitio.
    ¡Un saludo!

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    1. Saludos, Endika.
      Vaya 3 bichos, impresiona verlos tan cerca.

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  2. Hola, Fénix, acabo de llegar de trabajar en las Rías Bajas y entre cientos de cormoranes vi unas gaviotas preciosas, con el pico completamente amarillo y más pequeñas que la comunes, tal vez sepas su nombre, soy un desastre solo me fijo en su belleza. Un saludo. Belén.

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