martes, 31 de diciembre de 2013

Gaviotas que vemos crecer año a año: M+A

Lo bueno de leer anillas es que de tanto leer códigos, algunos te resultan algo más que familiares, y les pones nombre y biografía.
Es el caso de M+A, una gaviota anillada por Peter Rock, la cual llega como un clavo desde su más tierna infancia a pasar el invierno a Gijón, la 1ª vez que la vi, en enero de 2.012, era un 1er invierno.
¡Menuda cara de pipiolo tenía!











Como frecuenta el Parque Isabel, es facilísimo sacarle fotos cercanas, y seguir su evolución.

Esta foto es de febrero de 2.012.








Para abril de 2.012, ya presenta, si os fijáis, evidentes signos de desgaste en las plumas terciarias, y además es evidente que está mudando plumas del manto y escapulares a 2ª generación.










Y con esta foto, se nos fue para Inglaterra a pasar el verano, con el plumaje bastante gastadito, y esperando un recambio.
A estas alturas, muchas de sus congéneres ya mostraban un plumaje más gastado aún, otras más mudado.






Y pasó el verano, y volvió M+A otro invierno más, es decir ya es un 2º invierno, pero....esta foto es de diciembre de 2.012, y más parece aún un 1er verano que un 2º invierno, vamos, que va algo retrasada de muda.







Como veis en otra foto de diciembre de 2.012, aún no ha cambiado a la configuración de 2º invierno las coberteras pequeñas y grandes, sí las medianas, o las terciarias, y escapulares o primarias siguen teniendo signos de inmadurez, cosa que el propio Peter Rock me va anunciando, va atrasada de muda.








Pero es una gaviota preciosa, sedosa casi, con una mezcla de plumaje muy particular que le dejó la muda parcial de otoño, nunca mejor dicho en este ejemplar lo de parcial.

Foto de mediados de enero.










Y a finales de marzo, se nos va otra vez hacia Inglaterra, con la duda de cómo volvería este invierno.










Y aquí la tenemos, de hace una semana, ¡menudo cambio! Un 3er invierno, ya tiene muchas plumas del dorso casi casi adultas, terciarias mudadas, pico con spot rojo pero aún manchado de mucho negro, tricolor, las patas palidillas...y empiezan a salir los espejos en las primarias, un poco atrasada respecto a la muda, pero a día de hoy, ya parece más normal e igualada a sus vecinas.

No lo sé, lo único que sé es que me encanta ver crecer a "mis" gaviotas.



¡AH! FELIZ ENTRADA DE 2.014 A TODOOOOOS.............

lunes, 30 de diciembre de 2013

Gaviotas reidoras: triste y feliz invernada en Gijón.

Son cientos de gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) las que pasan el invierno en Gijón. La gran mayoría de ellas encuentran un sitio abrigado, comida en abundancia que ratonear de parques y puertos y la compañía si no amistosa, al menos neutra, de la gente, y yo diría que se las ve bastante felices en Gijón, como este ejemplar, tanto que casi siempre 1/2 docenita se quedan el verano con nosotros, todo el verano, me refiero.




Pero por desgracia, siempre hay bajas, y algunas son tan notorias que revuelven el estómago. Estuvo unos días por el parque Isabel una reidora con un aparejo enorme de pesca colgándole del vientre, volaba con dificultad y evidentemente le molestaba en todo momento. Por desgracia también, las gaviotas no diferencian entre humanos amistosos o no, y si te acercabas a menos de 2 metros echaba a volar, aunque la intención fuese eliminar tan molesta carga de su cuerpo. García, el guarda del parque, me contaron que le echó el ojo un par de veces para tratar de atraparla, pero ni por estas, así que me temo que mal futuro para este bicho.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Gaviotas y anillas: una afición heróica, en clave romántica.

Más allá de una bonita foto de una gaviota exótica, o de una anilla lejana e interesante, hay una historia que no siempre se cuenta, y que ni siquiera se entiende, voy a intentar explicarla lo mejor que sé.

Hay que madrugar mucho, porque en las grandes ciudades todo son molestias, y aunque lo ideal es hacer este trabajo con buena luz, al final, para que la gente, los perros, los servicios de limpieza, los futbolistas, los coches, las ambulancias, y en general casi todo, no espanten a las gaviotas, hay que madrugar, tanto que lo mejor es llegar aún de noche.










Hace mucho frío, pasas frío, y aunque llevas guantes los dedos se te congelan, el equipo es pesado y hay que tener mucha fuerza de voluntad para no volver al coche y a la cama, todos duermen menos tú.






Te diriges hacia las gaviotas, hay un buen bando, pero es tan de noche que aún no sabes lo que te espera, si llegará esa gaviota rara que tanto esperas o si será un buen día imaginando historias de migración muy lejos, desde otros mares.



Vas caminando hacia ellas y empiezas a ver problemas, ¡tantas veces tanto esfuerzo acaba con un solo paseante o un solo perro en toda la inmensidad de la playa que tuvieron que pasar justo entre las gaviotas!





Pero no, hoy tienes suerte y nadie molesta, pero algunas gaviotas, como esta holandesa, tienen la manía de echar a volar con el primer rayo de luz, y no, no hay suficiente luz, ni a ISO 3200, para poder leer esta anilla. Quizás vuelva otro día, o quizás la hayas perdido para siempre. Hay que asumirlo.







Ahí está el bando, no hay ninguna gaviota rara, pero sí 5 gaviotas sombrías anilladas, hoy va a ser un gran día, pero sabes que los 8 minutos que tarda el Sol en salir son los 8 minutos más desesperantes del día, y no, sigue sin haber suficiente luz.






Ya tienes a las gaviotas localizadas, pero no hay buena luz, no eres capaz de leerla con la óptica, y fotografiarla aún es imposible, si subes mucho el ISO, baja la nitidez.








Ya falta poco, tienen que aguantar un minuto más sin irse. Te agachas, te haces lo más estable posible, te relajas, te olvidas del frío que te hace tiritar, de la incomodidad de estar con 3 kilos colgando del cuello, en cuclillas,a 0ºC, azotándote el aire. Tienes que detener todo movimiento superfluo, y dar con la combinación exacta de ISO, velocidad de apertura y diafragma. No puedes fallar, hay que seguir intentándolo.



Finalmente, contienes la respiración, ya hay nitidez suficiente, se lee la anilla, sabes que es francesa, lees cada dígito, es nueva para ti, es su 1ª lectura, y respiras hondo. Sabes un poco más de esa gaviota, lo sabrás enseguida, no has molestado a las gaviotas, que allí siguen, pronto leerás intrigado una nueva biografía más, ha merecido la pena.


Sabes que solo un puñado de personas en tu país entienden esa sensación de euforia, y crees que quizás si estés un poco loco, pero bendita locura, el martín pescador, enfrente de tu coche, te entiende.
Vaya, otra vez hablando con los pájaros, sí, definitivamente, estás un poco loco, ya no solo hablas solo, ahora crees empatizar con los animales...





Como toda pasión, cuando es sincera, mejor no pensarla, hay que disfrutarla y punto.

viernes, 27 de diciembre de 2013

La gaviota de Delaware, a todo lujo.

Es que este parque nuestro de Isabel la Católica de Gijón es una mina de la que extraemos oro casi sin pico ni pala, está todo al alcance de la mano, y a veces me pregunto sin no será un sueño.

Como ejemplo, este adulto de gaviota de Delaware (Larus delawarensis).








Porque más fácil, imposible: el ave a menos de 5 metros, llenando el encuadre.
Dócil como una paloma, solo hay que encuadrar y afotar, ni se mueve del sitio, pero podemos captar todos sus perfiles.













Y con percha incluída, no hace falta hide, ni poner un bebedero o comedero, o unos troncos que sirvan de base, ambas 3 cosas las tenemos en el propio parque.








Así hace fotos excelentes cualquiera, ¡hasta yo! Lo dicho, todo un lujo.










Y, por ahora, gratuito. Pero mejor no demos ideas.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Cotorras de Kramer en Gijón

Desde hace unos años hay un bandito (yo como máximo he visto 5 a la vez cruzando el cielo) de cotorras de Kramer (Psittacula kramerii), en Gijón, un ave extraña de narices para las latitudes en las que estamos, porque simplificando mucho, es un loro. Sería como ver un mono en nuestros bosques.












En semilibertad están según las guías, procedentes de escapes, pero contra todo pronóstico, en muchas ciudades de Europa han establecido poblaciones autosuficientes, no dependientes de nuevos escapes. Hablando en plata, se reproducen.









En Gijón también, pero no se sabe dónde. Pasan los inviernos tan ricamente, tragándose las heladas sin problemas, parece mentira lo resistentes que son.







Llevaba semanas escuchando sus graznidos cruzar el cielo antes del anochecer en dirección a su dormidero invernal en el Parque Isabel de Gijón, pero no había conseguido localizarlas, y tuve que esperar a un madrugón para ir localizando sus reclamos, y en la copa de un plátano de sombra (viven en lo más alto de los árboles y se camuflan muy bien) apareció un 1er ejemplar, y luego otros 2, como veis parecen 2 machos (acollarados) y 1 hembra.










Pues nada, si veis una bandada de loros cruzando el Este de Gijón, no estáis locos, son las cotorras gijonesas.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Correlimos oscuros.

Escasos, los correlimos oscuros (Calidris maritima) tenían en Gijón su mejor bastión de la Península Ibérica, pero han ido despareciendo en los últimos años de nuestra ciudad.
El año pasado llegaron una docena, que es número relativamente alto para la década.
Por desgracia, este invierno el mayor número prospectado personalmente es de 5 ejemplares, lástima porque son unos correlimos bien guapos.

martes, 24 de diciembre de 2013

Cormorán anillado finlandés

Hola, hoy estuve viendo a un extraño cormorán grande (Phalacrocorax carbo) de la subespecie de Laponia, que se caracteriza por su coloración atípica, y que suele llegar algún ejemplar a Asturias a finales de diciembre.

Iba anillado, con el código (ROJO)F3L1Z 20I4, voy a entrar en el CR Birding, a ver qué me pueden decir.

Pues nada, mientras me responden, solamente desearos feliz navidad, próspero año nuevo, y que sigamos viéndonos por aquí, ¡SALUD!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Gaviotas de Delaware: Comienza la temporada alta en Gijón.

Año tras año, vuelven las gaviotas de Delaware (Larus delawarensis) a Gijón, y ya son décadas. A la fidelidad por Gijón se une una facilidad de observación única en Europa Occidental que hace que cada invierno sean un espectáculo, y cuando llegan a Gijón es toda una alegría.
A esta de la foto llevo viéndola desde este viernes 20 de diciembre, y me dio un subidón ver que "ya están aquí".









Las 2 1as fotos de esta entrada, sin embargo, son del sábado, en el Parque Isabel, y casi de madrugada, por lo que la luz no es la mejor, y menos para sacarla en vuelo.










Tampoco es sorpresa que lleguen varias  a la vez, por ejemplo el año pasado llegaron sucesivamente al menos 3 ejemplares, lo que nunca había podido ver, ni menos inmortalizar, es a 2 ejemplares juntos, compartiendo la misma foto. Todo un lujo. En la playa de San Lorenzo.






Otro lujo de que lleguen "tantos" ejemplares a Gijón, es comprobar la variabilidad en tonos de plumaje, rayado de la cabeza y color de pico y patas que presenta esta especie. Como veis en la foto, ambas gaviotas tienen un color de patas y pico bien diferente, pero el plumaje parece indicar que ambas son adultas, existiendo la duda con el ejemplar que en esta foto está a la izquierda, que podría ser en realidad un 2º invierno.

Ganas tengo de pillarla en vuelo y comprobar cuál de las edades es correcta.
Lo dicho, un lujo, no dejéis de buscarlas por Gijón.

sábado, 21 de diciembre de 2013

En mi kindle: Yonki, de William S. Burroughs.

Siempre estuve interesado en la literatura de la generación Beat estadounidense, y Burroughs era uno de los ejemplares más paradigmáticos de esta corriente: escribía como los ángeles, tocaba muchos estilos artísticos diferentes, y su vida personal era tanto o más interesante que sus relatos: drogadicto confeso, bisexual, siempre en líos con la justicia y huyendo a diferentes países, pinceló de tonos autobiográficos su obra, revolucionó el estilo narrativo, vivió mucho, y aún así, fue un superviviente que llegó hasta una edad muy avanzada, y murió rodeado de amigos y admiradores que supieron arroparlo generación tras generación, hasta nuestros días, y lo más difícil: con un estilo de vida absolutamente dislocado, fue capaz de ganarse el reconocimiento en vida de público e instituciones oficiales, tanto de vanguardia como gubernamentales.
(Fuente de la imagen: Wikimedia commons).



Artista pleno, supo adaptar sus múltiples inquietudes a diferentes formatos artísticos, y además de haber influído en muchos artistas jóvenes que leían sus relatos, participó en películas como actor y guionista, en otra ocasiones se adaptaron sus cuantos y narraciones cortas (a mí sigue resultándome espléndida "La navidad del Yonki", que podéis ver aquí, hecha por Coppola) e incluso una de mis canciones favoritas, “Star me Kitten”, de REM, está "cantada" por él, y esa voz senil y cazallosa es un portento y un milagro de mestizaje entre armonía musical y letra de poder.

Algo también típico de esta generación, y que me resulta atrayente, es la aparente armonía en la que unos escritores cultos y enamorados de los refinamientos del arte convivieron con lo más sórdido de la calle y con los personajes más truculentos que nos podamos imaginar, lo que causó gran controversia y rechazo en los círculos más académicos de las artes norteamericanas en su día, mientras los outsiders, loosers y demás familia alternativa los erigía como canon del existencialismo a la americana.
No es nada sencillo hallar poesía en lo sórdido, y Burroughs lo consigue como nadie. Rompió muchos tabúes, y abrió la veda de una literatura dura llena de realismo mágico, no exenta de un cariño cálido sobre sus protagonistas rotos y con unos giros dramáticos que siempre dejan sitio a un humor incómodo y doloroso.

Yonki es un librito corto y de narrativa directa que no se deja nada en el tintero, habla a las claras de la relación del protagonista con las drogas, partiendo de un consumo esporádico, hedonista y descuidado por parte de un joven absolutamente normal, hasta llegar a un uso y abuso desquiciado que controla su vida por completo. Fue su 2ª novela, publicada en los años 50, ¡un atrevimiento para la época!, bajo seudónimo, y es su novela más formal, en el sentido literario, ya que después practicó una narrativa, basándose en el surrealismo, el corta y pega, y los experimentos formales y la poesía, mucho más difícil de leer.
(Fuente de la imagen: Wikimedia commons).







Podría parecer por tanto un relato moralista, o al contrario, un canto al uso recreativo de las drogas como gran diversión, pero no es ni lo uno ni lo otro, ya que en el fondo, es un gran fresco, neutro y desapasionado, de la época, de las prohibiciones absurdas y la persecución despiadada que las leyes en aquellos tiempos causaban a los drogadictos, que por otro lado retrata como nada que haya leído el proceso de dependencia creciente y el cúmulo de enfermedades, problemas y tragedias que el uso de cualquier droga sin control acaba provocando en el individuo.

Ni más ni menos que un relato etnográfico en 1ª persona de la drogadicción en el mundo occidental, sin tabúes, sin moralinas, y sin falsas esperanzas: no hay nada bonito, no hay esperanza y ninguno de sus personajes alcanza nada parecido a la felicidad en su consumo; acaba convirtiendo a cada uno de sus protagonistas en condenados a satisfacer compulsivamente su vicio sin ningún atisbo de salida alternativa.
El propio Burroughs fue adicto desde la adolescencia hasta su muerte anciano, y bajo los efectos de la politoxicomanía mató por accidente a su esposa, no estamos hablando de un simple investigador del tema, sufrió toda su vida por culpa de su dependencia.

Definitivamente, un relato nada autocomplaciente que recomiendo leer, y que si tuviese un hijo adolescente, casi casi le obligaría a leerlo, es toda una vacuna contra las ganas de caer en el consumo de drogas, y ojo, Burroughs, como conocedor de casi cada droga del universo, da una guía de cada una de ellas, habla a las claras de su peligrosidad, sin caer en el falso prejuicio de creer que son más peligrosas las más penadas, o las ilegales: toda substancia, deja claro en cada línea, es susceptible de destrozar tu vida, ya sea alcohol, antidepresivos, anfetaminas, o heroína, tengámoslo en cuenta, y huyamos con todas nuestras fuerzas del consumo habitual, pero no castiguemos al consumidor, es una víctima, del traficante, de la sociedad que no da alternativas, y sobre todo, de sí mismo.


Un clásico.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Un colirrojo tizón

Un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) me lo puso fácil en la Campa Torres de Gijón, y yo se lo agradezco sacándolo en este blog de estrella absoluta. Es un guapo macho.

Pájaro bien guapo y bien notorio, además, es vecino mío, ya que anida en mi edificio todos los años, y es de los 1os sonidos que escucho cuando me levanto cada día, así que merecido lo tenía salir aquí.      
            

jueves, 19 de diciembre de 2013

Colimbeando por el Arbeyal ( y II)

Seguimos: estuvimos más de ½ hora viendo como un charrán picaba (con gran éxito) a la caza de pececillos, chillando todo el tiempo, aunque después de procesar las fotos, creo que en realidad fueron 2 los ejemplares que se zambulleron delante nuestro.
En principio me pareció un solo ejemplar de charrán patinegro de 1er invierno (Thalasseus sandvicensis).










Ni que decir tiene que es un espectáculo el vuelo y posterior picado de este ave.










Pero, una vez en casa, dudé si no sería un charrancito de la misma edad el posible segundo ejemplar, sigo tras ver las fotos creyendo que es un solo patinegro por el tamaño, el problema es que las fotos del supuesto 2º ejemplar son una caca, la mejor es esta.

Si alguien me puede sacar de dudas, estupendo, mis conocimientos en charranes son rudimentarios.



Tenía una gran efectividad, y las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) aprovechaban y lo perseguían para pillar algo.














También llegaron volando, sucesivamente, con un típico vuelo rápido y directo, las 3 negronas comunes (Melanitta nigra) que entraron a la bahía desde alta mar.







 
Como siempre, se hace difícil ver machos adultos de esta especie en este lugar. 
El concepto de pato marino es difícil de explicar al público en general, ya que suele asociarse “pato” a lago o río, nunca a mar, y al verse estas patitas es más fácil de explicar.







Pues si juntamos todo lo fotografiado con las gaviotas cabecinegras y patiamarillas (Larus melanocephalus / michahellis), y con los muchos cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) que pescaban al lado mismo de la escollera de la playa, tenemos un conjunto bien guapo de aves marinas, las desfrutamos mucho, una mañana magnífica.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Colimbeando por el Arbeyal (I)

Este domingo, después de pasarme por Zeluán, recogí a mi chiquillo, que llevaba tiempo insistiendo en la idea de acompañarme a ver pájaros, lo cual me agrada, pero en muchos sitios es inviable por las dificultades de acceso y por el nerviosismo del chaval, que podría molestar a la fauna o a los demás ornitólogos. Este problema no existe en el Arbeyal, y poco a poco (suele traerme suerte llevarme al chaval conmigo) fueron apareciendo los bichos, estuvo muy bien.



Al poco rato canté un colimbo chico (Gavia stellata), especie no demasiado rara en la bahía de Gijón, pero que no suele acercarse tanto. Fue partiendo de una posición muy lejana hasta colocársenos a escasos metros, para jolgorio general nuestro y de los buenos amigos que estaban allí disfrutando la velada con nosotros.










Un colimbo realmente chiquitín en relación al más frecuente en Asturias colimbo grande, con un inconfundible pico que mira al cielo, una librea gris clara bastante uniforme y una movilidad subacuática realmente envidiable.





Creo que este ejemplar es un juvenil, haciendo memoria, todos los que he visto de esta especie lo eran.












Además del colimbo, gran variedad de aves, empezando por las alcas (Alca torda), que a enorme distancia, como sugiere la foto, se mantenían en formación, hasta 6 ejemplares conté, y cosa rara, no se acercaron más, cuando normalmente suelen estar bien cerca en esta playa.




No faltó la típica serreta mediana (Mergus serrator) también muy lejana, no se quiso acercar más.












Estaba en compañía de los normalmente presentes todo el invierno zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis), estos sí se acercaron algo más.





Enseguida se fijó mi hijo en el ojo del zampullín, de un color rojo sanguíneo.











Había al menos 3 ejemplares diferentes.













Bueno, mañana sigo con el resto de bichos. espero que no os durmáis, como el gato al Sol.