martes, 23 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (III): Más plantitas.

Bueno, acabo de volver de ver la TV, solo la veo una hora a la semana, y mereció la pena: la 2ª temporada de Homeland pone los pelos de punta, no os la perdáis.

Por lo demás, sigo subiendo el camino hacia las cabañas de la Felguerina, y ya a bastante altura, se produce la transición entre el robledal y el hayedo, y hay una mezcla fantástica de especies de plantas, que os voy a poner aquí, no exhaustivamente, por supuesto.

Una de las más atractivas es el endrino (Prunus spinosa), cuyos frutos estaban en plena maduración.





Hay pocas sensaciones más refrescantes que meterte un puñado de frutos crudos y sentir la mezcla de amargor y acidez que aportan. Gustos raros, supongo.
Los utilicé culinariamente cuando cocinaba para mucha gente, en mi época en Tineo, la caza mayor que me regalaban, y tuve mi época de pacharán, pero en crudo me chiflan, sobre todo cuando hay sed caleya arriba.




De frutos superficialmente parecidos, el pudio (Rhamnus alpina), un arbusto muy discreto cuyas onduladas hojas siempre me llamaron la atención.









Algo emparentado, el arraclán (Frangula alnus), otro arbusto para iniciados, tóxico y hermoso.









Este sí lo conoce todo el mundo: el acebo (Ilex aquifolium), os pongo estas 2 hojas porque a distancia, las confundí con una pareja de salamandras, y la sorpresa fue tan grande al ver lo que eran en realidad que las retraté.








Otra muy conocida, el avellano (Corylus avellana), presa de cientos de golosos comedores de sus frutos. No voy a contar lo que me parece que la mayoría de las que comemos vengan de Turquía...










Seguimos con más arbustos, en este caso, el cornejo (Cornus sanguinea), otro gran hacedor de setos y de espesura donde se refugia la fauna.









Por la misma línea, llegamos a la hiedra (Hedera helix), una gloria para las aves, por su follaje siempre verde, su intrincado desarrollo y sobre todo, sus bayas de invierno.








Pasamos al rosal silvestre (Rosa sp.), una rica fuente de vitamina C para todo el que se atreva con el  peludo contenido de sus frutos.










Y terminamos ya con la señora de las zonas altas del valle: el haya (Fagus sylvatica), una recién llegada a nuestras montañas que ha configurado un paisaje único y reconocible en la Cordillera Cantábrica.





Paisajes como este, del Valle de Xulió y la Collada del Arco, indescriptible.
En la próxima entrada, las últimas plantitas, las del hayedo.




8 comentarios:

  1. Si me pidieran un nombre para este post, le llamaría "sinfonía de verdes", suena cursi, pero esa es la sensación que he recibido al verlo.Un saludo.

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    1. Es que es un océano de verdes, todo el parque natural de Redes. Y no suena cursi.

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  2. Aaaaay, esos "patxaranes"... según te iba leyendo me estaban dando unos "respigos" del amargor que tienen en crudo.... pero flotando en el anisado cambia la cosa, je.

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    1. Todo tiene su momento, el pacharán puede derribar a un paisano en dosis inadecuadas, aún estoy viendo a mi amigo Fernando durmiendo en la bañera por cierto consumo masivo, jeje

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  3. Todas las que fotografiaste dan frutos llamativos, pero algunos peligrosillos...

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    1. Muuuuuy peligrosillos, a veces me asombro de las pocas personas que mueren envenenadas anualmente con el inmenso arsenal ponzoñoso que hay en nuestros bosques.

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  4. Que cambiado tiene que estar ahora todo eso. La última foto, ahora estará casia punto...
    Saludos.

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    1. Sí, el otoño es la mejor época para estos bosques, llenos de color y de suculentos regalos en el suelo.

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