martes, 30 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (y V): Mariposas y una libélula (por fin)

Bueno, acabo esta serie con unas mariposas y una libélula que me encontré por allí.
Espero no haber metido mucho la pata con las identificaciones, me pegué bastante con alguna de ellas, si es errónea, me lo decís, y todos contentos.

Bueno, lo más prestoso fue ver a esta nacarada (Argynnis paphia), de gran tamaño y colores deslumbrantes, aunque el contraluz no le haga ninguna justicia.











Muy grande y también de aspecto delicado.














Muy parecida, pero mucho más pequeña, una perlada castaña (Boloria selene).












Muy coloridas también, buenas concentraciones de náyades (Celastrina argiolus).










Acompañadas, en el lecho seco de un arroyo a la entrada de Caleao, por decenas de gris estriada (Leptotes pirithous).






Otras especies mucho más comunes también estaban por el camino, como la lobito agreste (Pyronia tithonus).











Siempre abundante también, la mariposa de los muros (Parage aegeria).












Y termino con 2 de la familia pieridae. La mariposa de la col (Pieris brassicae).















Y la blanca esbelta (Leptidea sinapis).











Espero no haber metido mucho la pata.

Y, por fin, malas fotos, pero fotos, de alguna libélula, en concreto, de la increible Cordulegaster boltonii.












Sí, ya sé, las fotos son como para salir corriendo y no volver a entrar aquí, pero a mí me hacen mucha ilusión, ya que las libélulas no se me dan, y espero que el año que viene la cosa ya salga muchísimo mejor.

sábado, 27 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (IV): Paisaje y paisanaje

Del paisaje de Caleao poco puedo añadir que no se haya escrito ya. Aunque ahora no se habla mucho del tema, estuvo a punto de montarse un embalse en este lugar, que anegaría un valle precioso y a toda la naturaleza que contenía. No todo iban a ser malas cosas con la crisis, gracias a ella hay unos cuantos miles menos de chalets construídos en la costa, y un montón de proyectos del desarrollismo más casposo se han quedado (por ahora) en el cajón.



Cualquiera que haya paseado desde Caleao, en dirección a los Arrudos, o hacia Pandefresno, o hacia Isorno, habrá sentido la abrumadora sensación de estar en un paisaje único e irrepetible.


Por desgracia, con algunas célebres excepciones, pocos han sido los vecinos conscientes del privilegio que para ellos significa vivir aquí, y es muy triste que incluso algunos (a alguno lo conozco), dejasen caer que ojalá se hiciese el pantano para vender las fincas expropiadas y hacerse con un dinero.

Creo que sus padres, y no digamos sus abuelos, se revolverían en sus tumbas con estas palabras.
Paisanos que hacían maravillas con la tierra, que extraían con su esfuerzo comida para familias numerosas (la de mi padre fueron 7 hermanos...), y que con un par de vacas y un azadón exprimían la productividad cuando no había fertilizantes, tractores con aire acondicionado ni ordeñadoras con conexión bluetooth. Esculpían literalmente el paisaje, conocían cada rincón y amaban cada árbol del camino. Y hacían maravillas, a pequeña escala, como esta portilla de caprichosa arquitectura.


Dentro de la adversidad, sabían divertirse, y aunque jamás habían pisado una escuela politécnica, o una universidad, creaban con sus manos y su imaginación objetos sutiles y bellos, que trascendían la mera utilidad, con una practicidad a prueba del clima asturiano, de los dientes de las bestias, y del destino, como esta cabaña con "ático", para meter el producto de la siega desde arriba.




Hoy en día todo esto se ha perdido. Y no sigo, que me muero de pena.

jueves, 25 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (IV): Las últimas plantitas.

Que fotografié, porque haber, hay plantas como para aburrir.
Ya estamos en el territorio del haya (Fagus sylvatica), y el sotobosque escasea, aunque siempre se encuentran sorpresas, como este precioso hipérico (Hypericum androsaeum).













Las hayas siempre con formas extrañas, mágicas, y si te pilla la noche, impresionan esos brazos que se alzan al...no sigo, que luego tengo pesadillas.










Por fin saco un fruto comestible: el arándano (Vaccinium myrtillus).








Unas flores también llenas de elegancia, las campanillas (campanula patula). Creo.










Mismo color, mucha menos delicadeza, Daboecia cantabrica.








Y mínimo tamaño, mismo color también. Con reservas, galeópside (Galeopside sp.).









Y seguimos con el mismo tono de color rosa (curioso), creo que persicaria (Polygonum persicaria ).











Cambiando al amarillo, en los bordes del camino, hierba de Santiago (Senecio jacobeana).









En los arroyos (por aquella época secos), un sauce de montaña, el sargatillo (Salix eleagnos angustifolia ).






Increíble el estrés hídrico que debieron soportar este verano árboles como este, tan dependientes de las corrientes permanentes de agua.








Este otro sauce, o sarga cenicienta (Salix atrocinerea), sale casi en cualquier sitio, sin falta de la ribera de un río.











Otro árbol, muy ligado a la humedad, no solo del subsuelo, sino también de las nieblas que con sus anchas hojas destila, el tilo de hoja grande (Tillia platyphyllos).





Y termino con una que sí que sabe lo que es resistir, una planta crasa, la uña de gato (Sedum sediforme), sobreviviendo en las lleras.

He hecho auténticos esfuerzos por no meter la pata con las clasificaciones, si metí la pata, me avisáis, es la única manera de aprender.

Próxima entrada, paisajes (verdes y espectaculares, y mariposas).








martes, 23 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (III): Más plantitas.

Bueno, acabo de volver de ver la TV, solo la veo una hora a la semana, y mereció la pena: la 2ª temporada de Homeland pone los pelos de punta, no os la perdáis.

Por lo demás, sigo subiendo el camino hacia las cabañas de la Felguerina, y ya a bastante altura, se produce la transición entre el robledal y el hayedo, y hay una mezcla fantástica de especies de plantas, que os voy a poner aquí, no exhaustivamente, por supuesto.

Una de las más atractivas es el endrino (Prunus spinosa), cuyos frutos estaban en plena maduración.





Hay pocas sensaciones más refrescantes que meterte un puñado de frutos crudos y sentir la mezcla de amargor y acidez que aportan. Gustos raros, supongo.
Los utilicé culinariamente cuando cocinaba para mucha gente, en mi época en Tineo, la caza mayor que me regalaban, y tuve mi época de pacharán, pero en crudo me chiflan, sobre todo cuando hay sed caleya arriba.




De frutos superficialmente parecidos, el pudio (Rhamnus alpina), un arbusto muy discreto cuyas onduladas hojas siempre me llamaron la atención.









Algo emparentado, el arraclán (Frangula alnus), otro arbusto para iniciados, tóxico y hermoso.









Este sí lo conoce todo el mundo: el acebo (Ilex aquifolium), os pongo estas 2 hojas porque a distancia, las confundí con una pareja de salamandras, y la sorpresa fue tan grande al ver lo que eran en realidad que las retraté.








Otra muy conocida, el avellano (Corylus avellana), presa de cientos de golosos comedores de sus frutos. No voy a contar lo que me parece que la mayoría de las que comemos vengan de Turquía...










Seguimos con más arbustos, en este caso, el cornejo (Cornus sanguinea), otro gran hacedor de setos y de espesura donde se refugia la fauna.









Por la misma línea, llegamos a la hiedra (Hedera helix), una gloria para las aves, por su follaje siempre verde, su intrincado desarrollo y sobre todo, sus bayas de invierno.








Pasamos al rosal silvestre (Rosa sp.), una rica fuente de vitamina C para todo el que se atreva con el  peludo contenido de sus frutos.










Y terminamos ya con la señora de las zonas altas del valle: el haya (Fagus sylvatica), una recién llegada a nuestras montañas que ha configurado un paisaje único y reconocible en la Cordillera Cantábrica.





Paisajes como este, del Valle de Xulió y la Collada del Arco, indescriptible.
En la próxima entrada, las últimas plantitas, las del hayedo.




domingo, 21 de octubre de 2012

Entre Caleao y la Felguerina (II): Unas plantitas.


Empezamos a describir, muy parcialmente las plantitas que nos encontramos en este paseo, entre Caleao, a unos 750 msnm, y las cabañas de La Felguerina, aproximadamente en la cota 1.100 msnm. 
Como es de esperar, la sucesión vegetal va cambiando.
Empezamos por una franja alrededor del pueblo en la que (inteligentemente), la cobertura arbórea dominante es la del castaño (Castanea sativa). Lógico: proporcionaba (una pena tener que hablar en pasado) madera de altísima calidad y durabilidad e hidratos de carbono para todo el año, ya que además la castaña se secaba (la riquísima castaña maluca) y se conservaba para cuando fuese necesario.



Y otro detalle: con ella alimentaban a los gochos, que se soltaban en el bosque para que recuperasen las castañas y los subproductos que no eran alcanzables por los lugareños, con lo que las proteínas, indirectamente, también venían del castaño.
Intentar explicar el paisaje sin entender el paisanaje es imposible en Asturias, como veis.
Alrededor del castaño prolifera una cohorte de plantitas la mar de interesantes, como por ejemplo la clavelina (Dianthus hyssopifolius).


O los alfeñiques (Centranthus ruber).















Abunda aquí la hierba de los pordioseros (Clematis vitalba).







Y el heléboro fétido (Heleborum foetidus).












En los pequeños praos que se forman en los claros del bosque, otras pratenses, como el trébol rojo (Trifolium pratensis).











O la escabiosa (Scabiosa columbaria).














Cuando subimos por la senda ya escasean los castaños, y empieza la zona del roble albar (Quercus petraea), que aunque también proporciona mucha bellota, era menos apreciada por el ganado, y su madera, aunque excelente, era más difícil de trabajar, por tener más nudos y recovecos que el castaño.








De entre los árboles que sirven de cohorte al roble, una que me hizo especial ilusión: el olmo de montaña (Ulmus glabra). Como sabéis, por culpa de la grafiosis casi desaparecieron las poblaciones, tanto urbanas como silvestres de este árbol por lo demás tan guapo.








 Mi gran sorpresa fue ver muchos árboles jóvenes, con las hojas asomando al camino durante muchos centenares de metros, lo que, como poco, significa que el olmo sigue presente, y quién sabe si recuperando su esplendor pasado.







Esta planta que veis, el muérdago, parasita y acaba matando a otros árboles. Vi algunas matas por algunos desgraciados troncos y ramas.












Un clásico de los cierres de seto vivo, el espino albar (Crataegus monogyna).










Y otro, indicador de humedad y tierra fértil, el fresno de hoja ancha (Fraxinius excelsior).










Bueno, seguimos mañana.