lunes, 2 de enero de 2012

Ópera: Satyagraha, de Philip Glass

Hace ya casi un mes fuimos a la ópera. Bueno, realmente fuimos al cine a ver ópera.
Se trata del proyecto desarrollado por el MET de Nueva York de transmitir en directo y en calidad HD su temporada de estrenos.
No las teníamos todas con nosotros, porque preferimos, a priori, escuchar la música clásica en directo, que es donde adquiere una dimensión mucho más compleja que con su mera escucha en el reproductor de audio.
Pero enseguida se despejaron todas nuestras dudas, y resultó una sesión maravillosa.

La ópera escogida fue una vieja amiga: Satyagraha, de Philip Glass. Música compleja.

Se trata de una ópera que descubrí hace unos años por casualidad, pero que me dejó con la boca abierta. No es muy conocida, y es una pena, aunque el boca a boca va funcionando y creo que se va a convertir en un auténtico clásico del Siglo XX, y de hecho cada vez la reestrenan con menos complejos.

Como ya sabéis, Philip Glass es un compositor contemporáneo, vivo (muy vivo), de vida agitada, un personaje único, que mezcló durante décadas la composición clásica con la permanencia en la vanguardia más salvaje. Creador del hoy tan famoso minimalismo, también compuso para películas, y siempre estuvo comprometido con la búsqueda de nuevos sonidos.
Muy cercano al budismo, y con una cultura enciclopédica, sus 3 óperas más famosas versan sobre temas tan complejos como la religión, la vida (en general), y el compromiso.





Tuve el placer de verlo tocando el piano (es un virtuoso) en vivo en la Laboral, y salí de allí impresionado. Esta es una versión de la pianista Branca Parlic de una de sus obras más famosas: "Opening" del álbum Glassworks.




En este caso, Satyagraha habla sobre la búsqueda de la paz, y concretamente, sobre el movimiento de no violencia.



Funciona a muchos niveles, y los 3 actos se dividen por los personajes, prototipos de la no violencia, que utiliza como bases del argumento de la ópera: Leon Tolstoi (el escritor y pensador ruso, fundador de comunidades de trabajo entre iguales); Tagore (el poeta contemplativo indio); y Martin Luther King (el político y líder por los derechos de la minoría racial afroamericana de los EEUU).

(El vídeo que os pongo es de una producción distinta, bastante peor que la que yo vi).




A su vez, la narración se basa en la vida del máximo exponente de los satyagrahis: Gandhi, el padre de la patria india.
Pero no del Gandhi que a todos nos suena, con su túnica y su rueca, luchando por la independencia de la India, sino el Gandhi que lucha como abogado por los derechos de las minorías en Sudáfrica, donde se forjó su figura y donde sufrió una transformación personal desde su asimilación por el imperio Británico a su paso al frente contra el dolor causado hacia los pueblos en los que se establecía la Metrópolis.

Si añadimos que la ópera está escrita y cantada en sánscrito, el idioma ritual de los 3 grandes cultos clásicos de la India: el budismo, el hinduísmo y el jainismo, indescifrable para nuestros oídos, aunque sea la 1ª de las lenguas del tronco que darían paso a la nuestra, y que se reproducen los esquemas filosóficos, teológicos y teleológicos de la obra cumbre literaria derivada de los Vedas, el Bhagavad Ghita, del siglo III a.C., podríamos pensar en una obra oscura y aterradoramente aburrida.
Ver en el mismo acto a Gandhi, Tolstoi, Krishna y Arjuna puede resultar chocante, pero Glass consigue unirlo todo (como buen budista).

Pero no lo es. Yo la descubrí mientras estudiaba filosofía oriental en la Universidad, y el impacto que causa estudiar los Vedas, los textos canónicos de los hindúes, que influyeron decisivamente en la civilización grecolatina, y en todo el tronco indo-ario sobre la que se sustenta toda nuestra historia, mientras suenan los acordes de esta ópera me hacía latir el corazón a toda velocidad.

Recomendé a todo el que pude que escuchase esta ópera inmensa, también que leyesen los Vedas, como método de conocimiento cultural avanzado, y como método, también, de iniciación personal al mundo tan desconocido como hermoso de la cultura hindú, y por extensión, de las filosofías orientales.

Así que cuando vi esta ópera en la cartelera, me inundó una gran alegría: una de mis óperas favoritas, con la asistencia del propio Glass al estreno, y nada menos que en el MET de Nueva York.

A los 5 minutos los asistentes al cine ya estábamos alucinando, porque la música sonaba genial, y la escenografía acompañaba con imaginación y preciosismo a las evoluciones de los personajes.

El personaje principal, Gandhi, que lleva el peso de la obra, no solo cantaba bien, también transmitía en su personaje el dolor y la trascendencia de la elección de la vía no violenta como método de lucha: las dudas, el desafío del débil al gigante británico, todo salía en la interpretación del cantante, Richard Kroft, de una enorme calidad.
El resto de los cantantes acompañaba a las mil maravillas al protagonista, con especial encanto el personaje de la Srta. Schlesen, interpretado por la australiana  Rachelle Durkin, que con sus solos hacía temblar el MET, ¡qué voz...!

Y todo salió bien, el uso de una compañía de títeres y de un coro inglés (The Skills Ensemble) con una dotes artísticas insuperables hacía que cada cambio de escenario se convirtiese en algo glorioso, lleno de sentido y de belleza, y con una creatividad, en vestuario, en poder de evocación, y en contundencia bien calculadas y ejecutadas al milímetro.

El final de la ópera, lento, largo, hipnótico, nos metió a todos en un trance, con Gandhi metido ya de lleno en un camino sin retorno, sintiendo cada uno de sus pensamientos, y con Luther King, moviéndose a cámara lenta hacia una muerte que todos esperábamos.

Sonó el silencio final, y el MET se vino abajo: pocas veces se ve algo tan auténtico, algo que te hace pensar que no todo está perdido, que aún hay esperanza para la imaginación, la creatividad, y el rigor histórico, con  una pizca de filosofía.

Magia.

2 comentarios:

  1. Tienes buen gusto y talento para la crítica. Saludos

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  2. ¿Escuchaste la ópera? Es una pasada, espero que te gustase a tí también.

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