viernes, 30 de septiembre de 2011

Zeluán en marea baja es inabarcable, pero...

Ya sabía el 24 de septiembre de buena mañana que la marea iba a estar baja y que se me iban a escapar, por lejanos, muchos bichos, pero bueno, no se dio mal del todo. Os detallo; las fotos, también lejanas, de pena y dolor.

No había muchas gaviotas patiamarillas (Larus michahellis).
Esta juvenil, anillada AM1J, es del proyecto de Mavea e Isolino Pérez Tuya, nacida en el islote de la Deva, asturiana por tanto.






La que más me llamó la atención fue esta otra pati, que, por su tamaño, parecía un gavión atlántico (Larus marinus), y además portaba un puñal por pico que parecía el de un pigargo...








Además tenía una voracidad tremenda, se comió todo lo que pilló en la arena.






Las gaviotas grandes que más abundaban eran las sombrías (Larus fuscus).










Además, había 2 gaviones atlánticos, uno muy lejano, sin foto, un 3er invierno, y este otro señor, parece un adulto.






Destacaba entre las demás gaviotas a la legua.










De gaviotas pequeñas, una única gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus), con muchas reidoras alrededor (Larus ridibundus).


















De garzas, aparte de 6 garcetas comunes (Egretta garzetta), un total de 8 garzas reales (Ardea cinerea), entre adultas...







e inmaduras.







Y 29 cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), también repartidos por igual entre adultos...







y jóvenes.










Limícolas, muy difíciles de ver a esta distancia, pude ver y fotografiar malamente 2 archibebes claros (Tringa nebularia).








Y otras 2 agujas colipintas (Limosa lapponica).














Fue mucho lo que se escapó de las fotos, entre ellos, 4 ánades azulones (Anas platyrynchos), 5 correlimos comunes (Calidris alpina), 2 chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), 1 archibebe común (Tringa totanus), 1 charrán común (Sterna hirundo),y unas cuantas de las inefables cornejas (Corvus corone corone).

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mi biblioteca: "The big cats and their fossil relatives", de Alan Turner & Mauricio Antón

Bueno, vaya por delante que con lo que nos gastamos mi esposa y yo en libros podríamos tener mejor casa, o un coche más lujoso, pero cuando yo era pequeño, en mi casa faltaba de todo, menos libros, y creo que sigo la misma línea, así que mi casa es una pequeña biblioteca: hay libros por todas partes, y algunos son especialmente valiosos.

Hoy empiezo a presentaros algunos que recomendaría con todo mi corazón.

"The big cats and their fossil relatives" , de Columbia University Press, es un libro con varias características que lo hacen especialmente atractivo.














Se trata de una aproximación desde la paleontología a la evolución de los grandes felinos, desde los primeros, en el oligoceno, a los actuales félidos, por lo que apasionará a los que, como yo, estén muy interesados en la paleontología de los mamíferos.
Y, de hecho, es la obra internacional de referencia en esta apasionante familia.

Además, el texto no se limita a explicar cómo evolucionaron, sino que analiza a cada una de las especies, desde el punto de vista puramente físico, se interesa por las condiciones ecológicas en las que vivía, y por su posible comportamiento, despejando muchas incógnitas sobre su vida diaria.

Pero si no sois mucho de prehistoria, o tampoco mucho de mamíferos, al abrir el libro os va a encantar cada una de sus ilustraciones, no en vano, está ilustrado con el mejor ilustrador paleontológico de la actualidad, el español Mauricio Antón. Tenéis aquí su web.
Cada uno de sus dibujos es digno de museo por sí mismo, pero mezclado con el texto sencillo pero erudito de Alan Turner, la combinación es explosiva, y las páginas caen una tras otra con gran facilidad.

¡Hay que comprar este libro! Y es que, la versión de tapa blanda tiene un precio ridículo. En la web de amazon, por ejemplo, está por unos 15 €, que para lo que ofrece el libro, en ciencia y en arte, es una ganga.




Por cierto, Mauricio Antón vende su obra en su galería de arte, si os sobran 500 € y os gusta el arte, y también la naturaleza, o la anatomía, o simplemente la belleza, va a ser el dinero mejor invertido, si impresos en tamaño reducido, o en formato poster, ya son una gozada, a tamaño original, los óleos y dibujos del Sr. Antón han de ser memorables. Espero que no los venda todos, y me de tiempo a hacerme rico antes de que no quede ninguno...

Una obra indispensable. Bueno, otro día, otra joya.

martes, 27 de septiembre de 2011

Collalbeando por Verdicio


El sábado 24 de septiembre de 2.011 me fui a dar un paseo por la playa de Verdicio. Buscaba limícolas, pero, salvo un zarapito trinador (Numenius phaeopus) muy esquivo por el que casi caigo al agua (mal momento para darse cuenta que las suelas de las botas están gastadas), no los encontré. Y a este zarapito, al final, ni le pude tirar una foto.

Hacía mucho tiempo que no iba por Tenrero = Verdicio, y la sensación es la de siempre: una magnífica playa, con unas dunas preciosas, echada a perder por el urbanismo más cañí de Asturias.
Tras el temporal de 2.010, que cambió literalmente el mapa de esta zona, la sensación es aún más penosa, con un puentecillo tercermundista que cruza el riachuelo, y las casas y el exiguo aparcamiento al borde de caerse abajo, sin que se haya intervenido en ningún caso. El próximo temporal, que tardará 100 años, o puede que sólo100 horas, se llevará por delante todo lo que quedó en precario y no se eliminó del cauce, y lo lamentaremos, como casi siempre, a toro pasado.

Una vez en la playa, y mirando hacia el mar, las cosas cambian, y el paisaje mejora considerablemente.

Un martín pescador (Alcedo atthis) pescaba en los charquinos, a velocidades de superhéroe, y pasabn abundantes grupos de lavanderas blancas (Motacilla alba), y petirrojos (Erithacus rubecula), pero lo que más abundaba era la collalba gris (Oenanthe oenanthe), por decenas en la misma playa y en los praos adyacentes.
Sobre la eterna discusión de si son ejemplares de la raza europea (“oenanthe”), o de la groenlandesa (“leucorhoa”), no sabría decir, parecían grandecitas y bien pigmentadas, pero salvo cogida en mano, y aún así, es tarea de expertos, y yo no lo soy. Lo único que queda claro es que no son las de la subespecie “libanotis”, es decir, las que se ven criando en verano por la Asturias interior.

Sea como sea, son unos pájaros bien guapos, que, para mí, es lo más importante.

lunes, 26 de septiembre de 2011

...y demasiado movimiento por el Cierrón.


Después de la Espuncia y el Picu, me fui en la dirección que llevaban todas las aves que pasaban delante mío: hacia el Cierrón.
Allí, sin ser un día memorable, estaban representadas bastantes especies de aves, con la agradable sorpresa de ver a 2 de ellas, que normalmente son bastante tímidas, al lado mismo de donde yo estaba.
Esto, que normalmente es bueno, este día en particular me causó un problema, ya que había prestado mi teleobjetivo a un amigo que lo necesitaba para fotografiar buitres en las Hoces del río Riaza, y no disponía de él.
Sacar fotos tan cercanas con el digiscoping de mi telescopio fue una tortura: como es un f13 fijo, necesita mucha luz para poder sacar a las aves a alta velocidad, y por una ley muy simple de la óptica, cuanto más ocupe el objeto a retratar el campo de la fotografía, más se nota su movimiento, y más tendencia tiene a salir movido. Esto me obligó a subir el ISO, para compensar, a límites grotescos. Para más inri, este digiscoping funciona a enfoque manual, por lo que tenía que cambiar constantemente el punto de enfoque, y darle más meneo a la rótula que soporta todo el equipo que el que le haya dado en toda su vida junta.

Así que cuando aparecieron 2 espátulas euroasiáticas (Platalea leucorodia) y se pusieron a menos de 10 metros de mí a alimentarse frenéticamente, filtrando en las pequeñas lagunas más próximas a la carretera del Cierrón, fue un goce para la vista, pero un desastre para tratar de fotografiarlas, desastre que veis reflejado en estas fotos. Con el teleobjetivo hubiesen sido una maravilla, estaban “a güevu”. Otra vez será.









Se trataba de 2 jovencitas, y además una de ellas estaba anillada: “LYL/Yfar”, anillada en Holanda este mismo verano.

Fue increíble disfrutar de su comportamiento alimenticio a escasos metros. ¡Qué vitalidad!








Después me fui a un lateral, y allí estaba otra sorpresa, un bando de 7 agujas colinegras (Limosa limosa), alimentándose también activamente. Mismo problema para sacarles una foto curiosa, ya que estaban “martilleando” a todo trapo el limo para sacarle comidita, y me costó horrores encuadrarlas.







Lo que no me costó nada fue disfrutar de su agilidad, y de su compenetración a la hora de desplazarse removiendo el fango, lo hacían al unísono, emitiendo de continuo su típico reclamo.











Si no me equivoco, son todas juveniles, y en esto ya podría equivocarme más fácilmente, pero lo superpigmentadas que estaban pudiera indicar su procedencia de la subespecie “islándica”.








No eran las únicas agujas colinegras que había en el Cierrón, otras 4, 2 adultas ya con el plumaje gris que se advierte en la foto, y otras 2 juveniles a su lado.



 
Aparte de 3 ó 4 archibebes claros (Tringa nebularia) que acompañaban a las espátulas a ratos, volando entre charcos, había más limícolas, los más curiosos, 4 correlimos zarapitines juveniles (Calidris ferruginea).





De anátidas, una docenita de ánades azulones (Anas platyrynchos), y las 1as cercetas comunes (Anas crecca) que localizo esta temporada de otoño.








De garzas, había alguna garza real (Ardea cinerea), sueltas, y banditos de las mucho más abundantes garcetas comunes (Egretta garzetta).

Alguna gaviota reidora (Larus ridibundus)…y por ahora eso es todo…

domingo, 25 de septiembre de 2011

Poco movimiento por la Espuncia y el Picu...

El día de San Mateo (21 de septiembre de 2011) aproveché la fiesta para pasar la mañana por la ría de Villaviciosa. Fue una mañana estupenda, pero los prolegómenos de lo bueno (El Cierrón), no fueron demasiado productivos. Tampoco ayudaba la marea (demasiado alta).

En La Espuncia, un solitario archibebe claro (Tringa nebularia) juvenil, acompañaba a un esquivo andarríos chico (Actitis hypoleucos).




















Alguna gaviota reidora (Larus ridibundus) se buscaba la vida entre la basa.











Y junto a algún chorlitejo grande (Charadrius hiaticula), apareció el 1er zarapito real (Numenius arquata) que veo esta temporada.





Luego me pasé por el observatorio del Picu, desde el que se veía una bonita lámina de agua donde normalmente hay mucha vida sobre el limo, demasiada marea. Al otro lado, unos cuantos cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), uno de ellos anillado, creo que es C10, pero 890 metros de distancia son demasiados...
Y lo más interesante, el enorme gavión atlántico (Larus marinus), tan grande como los cormoranes, comparada con las gaviotas sombrías (Larus fuscus) de la derecha, parece un gigante.

Y poco más, mañana os pongo los bellezones que me traje luego del Cierrón.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Playas deliciosas: Viodo y Arnielles


Las playas que hoy os traigo no hace mucho que las utilizo, y fueron todo un descubrimiento en su día.

Las pongo juntas porque, aunque son completamente diferentes, son continuación la una de la otra.

Se localizan en el concejo de Gozón, muy cercanas ya al CaboPeñas, y se accede desde el pueblo del mismo nombre que la playa: Viodo. Yo recomiendo dejar el coche aparcado en este pueblo y bajar dando un paseo. Esos michelines y esos culos fláccidos que ostentamos la mayoría nos lo agradecerán, nos bajará el azúcar y el colesterol, y trabajaremos el corazón de 2 maneras diferentes, la puramente médica, aumentando nuestra capacidad vital y previniendo las enfermedades cardiovasculares, y, también muy importante para la salud, alegrándolo con las vistas preciosas de la costa, que desde el coche se pierden.

Sea como sea, se atraviesa todo el pueblo, y al final del todo, un camino hormigonado se desvía hacia la izquierda. Después de ¼ de hora, si venimos andando, o unos minutos, en coche, llegamos a un pequeñísimo aparcamiento. Cuidado al aparcar, no es el 1º que se deja los bajos del coche en el intento.
Ya solo nos queda bajar por un repechillo facilón, y llegamos a Viodo. Esta la panorámica desde el aparcamiento, la 1ª Viodo, después Arnielles.

Viodo es una pequeña playa de arena dorada, tranquilísima y con el agua muy calma, por lo que los baños aquí serán una delicia. El único problema que presenta es que por su orientación le llegan las porquerías que quedan de los pescadores, es decir, la playa está muy limpia, pero sí que tiene restos de bidones, cajas de madera, etc... aún así, merece la pena.
Además, es una playa muy conocida por los geólogos, ya que la parte Oeste presenta restos de basaltos volcánicos, restos de una erupción paleozoica, contrastando con el resto de la playa, que tiene basamento calizo. Una foto de la playa de Viodo:

Pero lo mejor está siguiendo la playa de Viodo, hasta el final, atravesando un ameno pedrero, pues si continuáis esta playa hacia la derecha (hacia el SE), os vais a encontrar con una playa virtual, una de las muchas que existen en Asturias, y que solo usamos los “connaisseurs” de las mareas asturianas.
Efectivamente, la playa de Arnielles, enorme concha lineal de casi 1 kilómetro de largo, solo existe en marea baja, desapareciendo bajo las aguas el resto del tiempo. Esto implica que esta magnífica playa solo debe visitarse con la marea bajando, o baja, ya que en marea alta ni la distinguiríamos, y en marea subiendo, nos podría pillar el agua, y no hay escapatoria fácil por el acantilado.
En un lateral de este blog, entre los enlaces recomendados, tenéis una estupenda web con las gráficas de mareas actualizadas, no hay excusa...

Bueno, pues la playa de Arnielles, si la encontráis, es una gozada. Tiene una superficie de piedritas muy pequeñas, nada molestas, pizarritas de unos milímetros de diámetro, al echarse en la toalla notaréis un agradable masaje, si hizo sol antes de llegar, con estas piedras calientes, la sensación es increíble.
Cuando os acerquéis desde Viodo veréis unas tremendas formaciones geológicas que bajan desde la ladera, y que no tienen nada que ver con el terreno que dejamos en Viodo. Se trata de pizarras, y presentan tal contraste con las calizas de Viodo, que esta playa ha sido la elegida en la facultad de geológicas durante años como representativa de estos períodos. Veréis sinclinales enteros tumbados desde la arena, y si partís las lajas de pizarra veréis hierro auténtico, en forma de gránulos de óxido, de manera tan clara que deberíais saber que la siguiente playa, si camináis hacia el final de Arnielles, es la playa de Llumeres, conocidísima por tener una mina de hierro ya cerrada en la propia playa, y porque hasta tiempos relativamente recientes se cargaba desde el mar el hierro que se extraía de ella.

La playa de Arnielles es una delicia de silencio y de tranquilidad. Nunca he coincidido con más de 3 personas, así que tenéis garantizados al menos 300 metros de playa para vosotros solos, los paseos son obligados, pero aún hay más.


La ventaja de ser una playa que cubre la marea 2 veces al día es doble: la playa está limpísima (lógico), y los pedreros que quedan con la marea baja bullen de vida, está lleno de charcos en los que los niños y no tan niños pueden explorar y extraer momentáneamente su propio acuario particular.
Hay varias entradas al mar que hacen de piscinas naturales, algunas hasta con trampolín de roca para chapuzar.

Sin ser una playa oficialmente nudista, es de esas playas en las que es innecesario pensar si se puede o no: si a alguien le apetece, adelante, no hay nadie que moleste o a quien molestar, incluso para los pudorosos, las distancias entre toallas son tan enormes que un buen baño integral de sol, o un chapuzón sin el incordio del bañador son posibles sin delatar nuestra presencia al resto de robinsones que puedan llegar a esta isla de paz.

Tan tranquila es que recomiendo esta playa en especial para aquellos que necesiten tirarse en una arena vacía de ruidos y de preocupaciones, las siestas son prodigiosas, y sentir que en pleno verano, época que recomiendo para su visita, aún hay playas kilométricas totalmente vacías, es una recompensa para el alma a la que nadie debería renunciar.

Sé de algunos que si pudiesen, privatizarían playas como esta. A por ella, aún es toda nuestra.

viernes, 23 de septiembre de 2011

De vuelta en Zeluán, lo de siempre: todo bien.


Y es que hacía meses que no paraba por el observatorio de Zeluán, y tenía miedo de que lo hubiesen incendiado, o destrozado, o esas cosas que la “gente” hace con los observatorios en Asturias.
Pero no, allí seguía, y además con un banco dentro de los de tipo parque, para dejar las cosas, o echarse un sueñecito mientras va subiendo la marea...

Como siempre, acudí muy temprano, el 18/09/11, lo que significa tranquilidad, aves sin molestias humanas...pero poca luz, tanto para la observación como para el digiscoping. Con todo, prefiero ver muchas aves tranquilas, y malas fotos, que  tener buenísimas fotos, pero ver pocas aves y estresadas.
Además, hacía un día de perros, con viento y lluvia. En algunos momentos, tuve que cerrar la ventana para que no entrase el agua, y secar el telescopio, que aunque es de pedernal, es el que tengo...

De entre lo que vi, lo que más me prestó fue localizar 2 cormoranes moñudos (Phalacrocórax aristotelis), uno de ellos inmaduro, rodeados de 15 cormoranes grandes (Phalacrocórax carbo), bien patentes por su tamaño.







Muchas gaviotas reidoras (Larus ridibundus), soportando estoicamente el temporal, es increíble como aguantan a pie firme todo lo que les echen. 
Entre ellas había una solitaria gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus), juvenil.






 
De gaviotas grandes, abrumadora mayoría de gaviotas sombrías (Larus fuscus), una anillada en metal, pero ilegible, y pocas gaviotas patiamarillas (Larus michahellis).
Tentativamente, diría que en esta 1ª foto, tenemos una gaviota patiamarilla que entra en plumaje de 2º invierno y una sombría adulta, pero cualquier parecido con la realidad podría ser ciencia ficción...



Y en esta otra, podríamos tener, siempre de izq a dcha, una sombría adulta, una patiamarilla juvenil, y otra adulta, pero es tan difícil...







Garzas, bastantes, 9 garzas reales (Ardea cinerea) de diferentes edades, y 3 garcetas comunes (Egretta garzetta).








Y aquí sigue “nuestro” eider (Somateria mollissima), me imagino que le dará la risa con nuestro clima, en comparación al que estará acostumbrado.







Por cómo se zambullía en lo peor de la tormenta, iba sobrado.












 
No había limícolas, pero cuando me marchaba, porque el viento rolaba a Norte, y el telescopio temblaba como monja en bar de carretera, llegó un vistoso grupín de limícolas, concretamente 3 archibebes comunes (Tringa totanus), y 7 correlimos comunes (Calidris alpina). Localicé también un vuelvepiedras (Arenaria interpres), pero la foto que le saqué es inmunda.
Los archibebes, en el campo, con la mala luz que había, me parecieron al principio archibebes oscuros, pero yo diría que no.

Pues esto fue todo, para mí, una maravilla, poder encontrar aves siempre que vengo a Zeluán.

jueves, 22 de septiembre de 2011

las medusas y la falacia funcionalista: una explicación filosófica desde la antropología política


Como antropólogo, me enseñaron a usar la herramienta del extrañamiento, del pensamiento crítico basado en el descubrimiento de pequeños (o grandes) fallos en las vidas cotidianas de una población concreta.

Esto te convierte, en mayor o menor medida, según el caso, en un ser permanentemente estupefacto ante la cotidianeidad de los demás.

Tuve oportunidad de comprobarlo en las vacaciones familiares en la Comunidad Valenciana. Durante una visita a la playa del Saler, comenzaron a llegar medusas, del diámetro de un plato sopero.
Se trataba de aguamalas (Rhizostoma pulmo), una medusa no muy peligrosa, pero sí muy irritante. En la zona donde estábamos flotaban en gran número, e iban llegando según las depositaba el oleaje. Como había familias enteras con niños en el agua, pensé que habría que avisar urgentemente al servicio de salvamento y extraer del agua a la gente.
Pero el socorrista, con total naturalidad, me dijo que no me preocupase, que esto era lo NORMAL, y que estaban preparados para socorrer a la gente que se fuese pinchando con ellas, como así sucedió. Ante mi cara de perplejidad sincera, me dijo en tono un poco más peyorativo que en el Norte (me cazó el acento asturiano) sería  raro, pero que aquí era COSTUMBRE. Y efectivamente, la gente seguía bañándose tranquilamente, esquivando los bichos...
No volvimos más al agua, y lo más curioso es que mi hijo, que nunca había visto una medusa, no volvió al agua tampoco, sin que le dijéramos nada, a pesar de que le vuelve loco el mar.

Analizando esta situación, estoy seguro que si en la playa de San Lorenzo de Gijón se produjese en pleno agosto una arribada de medusas de esta magnitud, se cerraría la playa, los niños correrían asustados a sus toallas, y posiblemente al día siguiente sería noticia en prensa, y se debatirían en un pleno del ayuntamiento medidas (seguramente las habitualmente ridículas de siempre) para marear el problema.

¿Por qué esta diferencia? Técnicamente, valencianos y asturianos disponemos del mismo cerebro, y nos pican igual las medusas, pero evidentemente la diferencia debe estar en la cultura de cada uno, en la “costumbre” que nos falta a los del Norte. ¿Sí, o no?

Pues yo diría que no, trataré de explicarlo.

El recurso a las costumbres ancestrales de cada grupo local como explicación de sus diferencias respecto a las costumbres del vecino es parte de lo que en filosofía de la ciencia llamamos FUNCIONALISMO. Esta explicación nos dice que, puesto que una costumbre es positiva para un pueblo, y esa costumbre se adapta a las peculiaridades propias de este grupo humano, se tenderá a repetirla, y a hacer de esa costumbre parte de una cultura propia, e incluso a perpetuarla y glorificarla, de manera no consciente e inocente, como arte, o alta cultura, y expresión identitaria.
El funcionalismo tiene un corpus científico detrás apabullante, y de hecho las principales tendencias en sociología y antropología del siglo XX son el funcionalismo (a secas), y su hermano mellizo, el estructuralismo, que se basa en la pervivencia de estructuras sociales en el tiempo, con los mismos argumentos. Y eran teorías usadas por todo el espectro ideológico, desde la más rancia derecha conservadora, hasta el marxismo, que hacía del comunismo algo lógico y que se impondría de manera natural entre los pueblos por su bondad inherente.

Pero a finales del siglo XX, y de manera muy minoritaria dentro de la ya de por sí minoritaria ciencia antropológica, se empezó a cuestionar el funcionalismo, y a darle la vuelta a la tortilla.
La recién nacida antropología política decía que la costumbre no nace sola, y que cuando algo nos llama la atención de una cultura, por su aparente irracionalidad, no hay que buscar entre los motivos para su supervivencia una supuesta costumbre ancestral, positiva para ese pueblo y perfectamente adaptada a la idiosincrasia local, sino que hay que buscar quién fue el primero o los primeros que crearon esta norma o esta costumbre, y contra quiénes la crearon, y sobre todo: ¿para quién es el beneficio de que siga vigente esa supuesta costumbre natural?

Por dar un ejemplo célebre, se pensaba que el respeto extremo y fuera de toda lógica que se tiene a las vacas en la India se debía, a secas, a su religión, que prohibía su sacrificio, y las hace animales sagrados. Marvin Harris, un evolucionista-materialista, de tendencias marxistas, usaba el funcionalismo más clásico al decir que no, que lo que pasaba era que los productos que daba la vaca (leche, estiércol y arado) eran más provechosos para los pobres en la India, que su propia carne, y que era un prodigio de adaptación a las pequeñas explotaciones familiares de la India.
Los antropólogos de la rama política tienen bastante mala baba, y un espíritu crítico muy agudo, y lo que vienen a decir es que no basta con analizar para qué sirve supuestamente una costumbre actualmente, sino que hay que hacer labores de arqueología y localizar cuándo apareció un determinado proceso, y en qué condiciones lo hizo. Y lo más importante, saber quién o quiénes se beneficiaban de la aceptación de la población de la nueva costumbre.

Así nació el concepto de explicación de los actos humanos no como costumbres positivas que se iban adecuando a cada grupo humano, sino como acciones muy conscientes y nada inocentes, de una élite (económica, política, sexual, religiosa, cultural, hay de muchos tipos) que impone una acción nueva a la población, y que lentamente, va confundiéndose con “lo típico” de un pueblo.
El concepto de poder es revolucionario en ciencias sociales, por cuanto la mayoría de lo que hacemos, lo que pensamos, lo que comemos, o incluso lo que soñamos, como demostraron Bourdieu, Foucault, o Lewellen, no se deba acciones libres y conscientes, sino a acciones predeterminadas por lo que la élite espera de cada individuo (para el beneficio de la élite, que es la que, realmente, sí que hace lo que le viene en gana, en todo momento).
En el caso de las vacas en la India, se investigó, y se vio que ya hace milenios que las castas más altas obligan las más bajas a no consumir vaca, y que en un principio, los únicos que podían abstenerse de esta prohibición…eran la casta sacerdotal, y los jainistas, religión rival a la hinduista, que fueron quienes inventaron tan curiosa norma moral. (Peor les fue a los propios discípulos del jainismo, a los que se les acabó prohibiendo directamente consumir animales, aunque, vaya, vaya, sus sacerdotes, en la práctica, disfrutaban, en la época en la que se creo este tipo de ayuno drástico, de un ayuno, por así decirlo,tirando a orgiástico.)
Y del prodigio de adaptación, nada, ya que los vecinos musulmanes de la India consumen carne de vaca, y les va la mar de bien, o en todo caso, son igual de miserables que quienes no consumen carne de vaca, y si los hindúes actuales prosperan, lo hacen no manteniendo las costumbre ancestrales, sino, como suele suceder en todas partes, olvidándose por completo de ellas

¿Qué qué tiene que ver esto con las medusas?

Pues que las medusas hace escasos años que infestan el Mediterráneo, y que son la manifestación más evidente del destrozo en forma de pesca excesiva de sus depredadores y contaminación masiva de las aguas, pero como no interesa en absoluto a la casta dirigente, ni a la casta económica, acabar con las causas del desequilibrio ecológico que está acabando con el mar Mediterráneo como sistema, resulta más fácil realizar desde hace pocos años una campaña de lavado de cerebro en la que se intenta (con notable éxito por lo que he comprobado) tomar como natural lo que es completamente anormal (la invasión de medusas), y mediante la falacia funcionalista, dar por normal la costumbre de soportar estoicamente la aparición de las medusas en las playas, reforzando la atención a pie de playa por parte de los servicios de salvamento, pero sin considerar para nada la posibilidad de acabar con las causas, reales y evitables en su mayoría, que son la punta del iceberg de lo que está por venir con toda seguridad (que en unos pocos años habrá que nadar con neopreno en el mediterráneo para no salir del agua amoratado a picaduras)..

Teniendo en cuenta que el turismo es un factor económico, y sobre todo, fáctico, de apropiación del territorio, y de creación de élites políticas, cualquier amenaza a un modelo como es el turismo de masas, de sol y playa crea una reacción que consiste en negar la contaminación, la especulación inmobiliaria o el turismo de nula calidad, y, al contrario, expresar por todos los medios las bondades del sistema para sus ciudadanos, bondades que son la excusa para seguir la rueda, a pesar de lo reciente del fenómeno en su totalidad, y de lo ilógico que resulta que lo que empezaron siendo unas playas salvajes e idílicas, ahora sean una cloaca en las que haya que aparentar normalidad cuando te pican unos bichos que jamás habían existido aquí, y mucho menos, en tal número.

Pero caemos de la manera más tonta en la mentira, en la falta de memoria, y en comulgar con ruedas de molino.

Creedme, en las playas a las que van las élites, los poderes, que existen, que no son los que creemos, no hay medusas, y si las hubiera, les parecerían tan extrañas y repuganates como a mí.

Por cierto, lo que sí es normal, y completamente natural, y nada alarmante, es que haya nariegos (Trachinus draco) en Asturias. Estos peces, semienterrados en la arena, pican que se matan.(Foto de Stefano Guierreri, en wikicommons).

 Así de deforme me dejaron el pie hace unos años, desde entonces llevo escarpines en las playas en marea baja. 

Pero esto es positivismo, y es igual de falaz e irracional que el funcionalismo, pero de eso hablaremos otro día.

Espero no haber aburrido a los lectores con esta entrada. Hay que darle un poco de vueltas al cerebro, y analizar  la “realidad” diaria, os daréis cuenta de lo simple que es el mundo, y de lo complejo que nos venden que es, para que no veamos lo fácil que nos manejan. Fácil no, facilísimo.
Desde el desayuno hasta la cena, hay mil y una costumbres de la normalidad, que como diría el siempre lúcido Juan José Millás, "no son lo que parecen, no son lo que me han contado".

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Festival de limícolas juveniles en Bañugues

El 13 de septiembre, después de disfrutar de los alcatraces, me pasé por Bañugues. Era tarde, hacía un tiempo de perros, y además la marea estaba altísima.
Solitario, encaré la playa sin demasiada confianza, pensando que no encontraría nada de interés.
Como suele suceder, si no lo intentas, te lo pierdes, y pasé media hora extraordinaria, hasta que me echó la marea de la playa, y ya anochecía.

Era increíble que en menos de 100 metros cuadrados de playa se arremolinasen tantos y tan variados limícolas, y que además fuesen casi todos juveniles, pero lo que no me esperaba era su mansedumbre.

En otras ocasiones, y en otros blogs, os comentaba que acercándose despacio, y con el debido respeto, la mayoría de las aves eran curiosas, y acababan por aceptar, de mayor o menor humor, tu cercanía, pero en este caso, nada más llegar, y sin la menor precaución, las aves se me pegaban encima, tanto como para llenar la visión de mis prismáticos, y tener que reenfocar constantemente el teleobjetivo, que se cubría por completo.

No había casi luz, y no se paraban quietas, así que las fotos no son gran cosa, pero valgan para expresar lo preciosas que son estas avecillas.











Aunque hace un tiempo que "apagué la emisora" y renuncié a perseguir rarezas, sabía que un correlimos canelo (Tryngites subruficollis)  andaba por allí. Me encontró él a mí antes que yo a él, y pude verlo con más detalle que el ejemplar que vi el año pasado, que era mucho más esquivo.

Pude así comprobar que se trata de un ejemplar juvenil. Lo sabremos por las plumas de las partes superiores: tienen una orla blanca, a diferencia de los adultos, que las tienen color...canela, por supuesto.








Increíble viaje, desde el Canadá ártico hasta Asturias...increíble.











Más común, pero siempre entrañable, el correlimos común (Calidris alpina), también un juvenil, cambiando a 1er invierno.









Muchas veces lo he confundido, en plumaje de invierno, con el correlimos menudo (Calidris minuta), percatándome solo cuando al verlo junto a otros limícolas, veía su minúsculo tamaño. Pero con este plumaje que os presento, juvenil, es inconfundible. Y se diferencia fácil de un adulto por la falta de mejillas de color.


Un limícola mínimo, pero precioso.













Los limícolas más abundantes, no obstante, eran los correlimos tridáctilos (Calidris alba), que parecían unos colosos al lado de los correlimos menudos.









Y de nuevo, juveniles: ese aspecto escamoso, ondulado en blanco y negro, de las plumas del manto y escapulares es inconfundible.










Sin duda, los más valientes, situándose en el límite de la distancia mínima de mi teleobjetivo (¡2 metros!) eran los chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), también juveniles, la orla plumosa blanquecina, y las manchas pectorales, apenas juntas, lo delatan.





A esta distancia parecen pequeños gigantes...











En definitiva, uno de esos días en los que das gracias por tener esta afición

¡Ah, se me olvidaba, también había vuelvepiedras (Arenaria interpres), a ver si los encontráis en esta foto, entre tanto bichejo suelto!